A tumba abierta
Con el tranvía se estan
abriendo tal cantidad de tumbas, que mas parece esta ciudad callada, fuera la
de los muertos, donde el silencio mas absoluto aparece, como en lo de la Encarnación,
que sin tumbas, sin tranvía, ni metro, solo le queda la comunicación de lo que
se entierra, las zapatas que desplazaron a la Hispalis, para que aparezca lo
del MOMA, como fantasmagóricos espectros saliendo de ese enorme agujero, como
tumba abierta.
Acaso sea por eso que aumenta el numero de despavoridos ciudadanos
echando leches, cuando al ver aquellas dos moles, de las ocho previstas,
despotrican, al poderse hacer una idea de que lo de las setas no será
precisamente el Tal Majal, si bien que
aunque este no deja de ser un sepulcro, al menos es un bello monumento de amor,
fidelidad, y compromiso, y no un susto, una ocurrencia, que pone la piel
sensible en carne de gallina, con solo imaginar lo que nos espera, con los
inventos.
De lo que no caben dudas es que la monumental idea de los
sustos, empieza a ser algo preocupante, bien como mausoleo de su plaza, tal vez
como sepulcro del centro, y ya no es un berrinche, ni un enfado, al que no se
tiene voluntad de paliar, pues se trata de eso, de que no le olvidemos, cada
vez que lo veamos. Un lazo en la corona “ No te olvidaremos”
Una megalomanía aterradora, donde se entierran lo hallado,
lo ganado, lo prestado junto con lo que haga falta en el socavón, tal como un
valle, que no se sabe bien si de caídos, o de Reyes, que todo cabe.
Acaso será como las pirámides, colosales figuras de un
pasado funerario cuya geometría se retomó modernizándola para lo del Pompidou,
urna de cristal, cuando derribaron, como la plaza de abastos de la Encarnación,
el gran mercado de Les Halles, tal vez para que, en la tumba de Courbet, en la
cercana iglesia de St Merri, de la feligresía
de St. Arcadio (el de los huevos) recuerde a los parisinos en particular, y a
cuantos la visitan, a quien se le ocurrió la monumental tontería del centro,
tal como puede leerse en el epitafio, recordando el desagravio que algún día
tendrán que recibir los expropiados vendedores de la plaza de abastos, mártires
del absurdo.
Pero no así las originales, que fueron concebidas
directamente como tumbas, algo grandes, para recordar a los faraones que, de no
haber sido por ellas, hoy serian olvidados de la historia.
Lo parasoles originales están en la gasolinera, la replica
premiada, como amorfa figura en su transformación integradora del paisaje
moderno de esta ciudad, es cosa lamentable que no tenga en la Anunciación,
adjunta a San Pedro, (donde los ficus), con todas las que hay, una tumba que
nos recuerde la tontería en un epitafio, aunque tal vez sea que este fuera el
integrador mausoleo comercial del mercado dedalitos.
Pero a diferencia de Courbet que desde su tumba aboga por recuperar, algún
día, lo que se ha perdido en el experimento, el gran Les Halles, en el que nos
ocupa, todo lo más que esperamos es que, con su desaparición lo olvidemos, tal
como hubiera ocurrido con Micerinos, de no copiar a Keops, para ser grande
después de muerto.
El autor del entierro de Ornans, no se equivocó en su
mensaje, pues cualquier día, pues, hasta los parisinos se cansan de las
tonterías modernas, aquello cambie y el centro volverá a llamarse como siempre,
para que se olvide hasta su nombre.
Francisco Rodríguez Estévez
Sevilla a 7 de Octubre de 2006
No hay comentarios:
Publicar un comentario