E la nave va
Después de una singladura de más de siete lustros sobre la
fragilidad de la totora de enea, los miasmas llevaron a estos desventurados a
embarcar en la nave, e la nave va, velunt umbra, como sombras de parasol. La
nave va con la propia inercia de los años, pero el destino se presiente que su final de madera sea en lugar
de cruz, que mas parece que lo hará de bruces.
En las calderas de la maquinaria se ahogan las voces, no sirven ya los gritos ni
los alaridos para reconocer quien barrita con más fuerza, incluido el rinoceronte muerto en las bodegas.
La nave acoge las miserias de los náufragos a la deriva que
suben indignados por su suerte, mientras, en la cubierta de arriba la tetona y su trouppe gusta de las tonterías
para vomitarlas por la borda. "Gastropendio".
El conformismo hace dueto con la displicencia y así nos va,
como la nave, rápida como el tiempo, por lo que en la travesía de mas de cinco décadas
sin salir del charco, hacen que desde el mismísimo carajo no se otee orilla
posible, mas cuando se continua en el fango inmersos en la pamplina, salada claridad,
y Sevilla……… ¿Dónde me la dejan?
En la nave no todo va viento en popa, es evidente, pues en
el oleaje de la eslora de estribor se advierte con sus ondulaciones caprichosas
la leve intensidad que sopla barlovento.
Las telas desplegadas, parecen que poco más puede aguantar,
aun sin estar raídas por los huracanes, pero se hace que hay poca cera en estas
velas que apenas encienden un hilo de luz que permita ver el mapa de lo
desconocido, pero que se conoce. No hay nada peor que conocer lo que se
desconoce, y saber que va ha suceder lo que sucede, y para colmo no ser ni mago
para aplicar esta habilidad a otras artes.
Todos saben en la nave de los gritos que el rinoceronte
muerto apesta. Dicen que Fellini puso en la película este animal del que nunca facilito
ninguna información al respecto, ni una sola palabra para dar la mínima explicación, tal que estuviera suspendido de voz y voto.
Se piensa que es un gesto inteligente de lo que pudiera ser un referente cultural, como la amenaza de extinción de los valores, otros sin embargo, mas carnales, lo atribuyen no precisamente a los poderes afrodisíacos del cuerno del blindando animal, que por tal motivo mas parece algún directivo de nivel en la empresa publica, por lo del blindaje, cuanto por su dura piel aguanta los disparos de las mil manifestaciones por minuto. Para tanto chorizo.
Se piensa que es un gesto inteligente de lo que pudiera ser un referente cultural, como la amenaza de extinción de los valores, otros sin embargo, mas carnales, lo atribuyen no precisamente a los poderes afrodisíacos del cuerno del blindando animal, que por tal motivo mas parece algún directivo de nivel en la empresa publica, por lo del blindaje, cuanto por su dura piel aguanta los disparos de las mil manifestaciones por minuto. Para tanto chorizo.
Se piensa, a sotto voce, que pudo ser una clave enigmática vinculada, una pieza del mecanismo de la vida, por la forma de
destornillador que tiene el miembro reproductor del acorazado, al que por su naturaleza
le vino ese regalo de poderle dar vueltas a voluntad, al comprobar lo torpe que
resultaba ser para la monta, y que con esta habilidad sui generis de que aquello le girara como un
vibrador introducido, tendría sobrado interés para el acoplamiento, es lo que
suele llamarse unión sin interés económico, que por supuesto no es que el banco
condone lo mas mínimo, pues no hay condón para estos bichos que lo hace a piel.
Muerto el rinoceronte solo quedaba en la historia de
envidias, volver al lugar de la partida, e la nave va nuevamente hasta el dique
seco donde con seguridad se le aplicara un lavado jabonoso, casi gástrico, para retirar las capas de
amargo salitre que quedaron depositadas en las paredes, y quien sabe, si alguna
vez partirá de nuevo, con nuevo casco, con nueva maquinaria, con nuevo practico,
y distinto pilotaje que pueda cruzar el canal del estanque dorado, pues seguir tal como se va navegando, tiene toda la pinta de repetir lo del “Costa Concordia”, por mas que sea a
costa de todos, y sin concordia que valga. Y es que nada mas ver aquello da el cante. E la
nave va.
Sevilla a 13 de Febrero de 2013
Francisco Rodriguez Estevez
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