domingo, 23 de febrero de 2014



Efemérides pétrea

 

Cuando se aproxima esta fecha se me ponen los vellos como escarpias. Aun recuerdo el acto de aquella piedra colocada en la Encarnación aquel día de San Joaquín y Santa Ana. La foto dejó el recuerdo de la parafernalia montada bajo aquella carpa, que más que proteger a los invitados de un sol de justicia, por el recalentamiento, los asaba. El calor fue la nota dominante en aquel día en que estaba prevista una visita a la excavación, y que sospechosamente a ultima hora la suspendieron.

A pesar de que esta obra hacía meses que su inicio estaba anunciado en los medios, cosa que parecía evidente por lo avanzado de los trabajos llevados a cabo, en los discursos, la Delegada reconoció, al sentirse descubierta por el Colegio de Arquitectura, que efectivamente no existía proyecto de ejecución de ninguna obra, y anunció que, en breve, se conocería el nombre de un prestigioso arquitecto con el que, según dijo, se mantenía  en contacto.

Un año después, la excavación y el pantallaje compartían, increíblemente, espacio con los camiones  que desalojaban los escombros de un periodo de doce siglos que, sin duda se llevaron con ellos, la famosa piedra. El mercado-sótano del prestigioso arquitecto tenia los días contados, a pesar del aplauso y el apoyo de los placeros.

Este segundo año, la excavación lleva todo lo que va pasado, increíblemente parado, siete meses de parada. Las teselas y las cerámicas encontradas llenan los almacenes.

El concurso para realizar la plaza de abastos de la Encarnación, pensaba que como Dios manda, lo ganó una cubierta de difícil realización y peor financiación, que está a la espera de las remodelaciones que la llevará, a ser posible, a un destino diferente, tal vez a la dehesa de Tablada.

Esta efemérides nos deja de piedra, al saber como está el asunto y ver, a través de la malla metálica,  como a todas aquellas piedras, tapadas con plásticos, le crecen los hierbajos.

Bajo las chapas del provisional los placeros soportan tanto calor que, ni tan siquiera se acuerdan de la piedra.  

Sevilla a 20 de Julio de 2004
Francisco Rodríguez Estévez

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