Esas palabras que nos dijo el pequeño Ismael, de seis añitos, no hacían mas que certificar lo que todos sabemos, y el supo definir como nauseabundo el
hedor existente, y que emanaba justo de lo que expele la boca del bicho, cuyo soplo de aire caliente y viciado contamina odoríficamente no solo la sinuosa calle cubierta, también los
aledaños de estas setas que, entre los atascos que produce el deficiente alcantarillado,
y la expulsión del apestoso aire caliente por salidas totalmente fuera de lo dispuesto,
hace que en la micologica modernidad de la vanguardia se genere un olor que se hace
característico, el llamado aroma fétido, si. fétido, como el hermano de Morticia. De aquí procede, tal como dijo el chiquillo..
El calor le hace más intenso, y no diré nauseabundo como
escribió el periodista, ni como asevero el pequeño Ismael, nieto de mi compadre
Juan, tampoco le llamare putrefacto, que era la consideración que entre ellos mismos se
tenían en la residencia de estudiantes de Madrid, Lorca, Dali, Buñuel, en
referencia a lo de la fruta podrida en el cesto, por no recordar la amorphophalum titan en plena floración..
El pestazo es algo singular e impropio de una plaza municipal
de abastos, y es con este soplo ponzoñoso con el que cada mañana me las tengo
que ver sin mas remedio para que aparte de impregnar el ambiente, también lo
haga con la ropa, y horas más tarde, con el calor intenso se vuelva a repetir tener
que percibir en todo lo alto el resoplido pestoso del bicho, que se hace
extensivo incluso en la calle por mas que se haga inútil los carteles que un
damnificado bar trata de evitar.
Más de cuatro años, y aunque es cierto que algo se corregido, tal como los rugidos del amanecer, ahora silenciados, no es menos cierto que la peste, que hasta el pequeño de seis años ha notado que de allí procede, pues que continua dándole a este enclave su característico olor, y lo de la puerta, para que contar.
Más de cuatro años, y aunque es cierto que algo se corregido, tal como los rugidos del amanecer, ahora silenciados, no es menos cierto que la peste, que hasta el pequeño de seis años ha notado que de allí procede, pues que continua dándole a este enclave su característico olor, y lo de la puerta, para que contar.
También hace lo suyo el alcantarillado con atascos
continuados, que por deficientes, solo hace pensar que el número de indigentes
es superior a la carga que puede evacuar el sistema empleado, o que los grupos
de asiáticos que en turística visita hacen uso del mismo, como no evacuan en
el hotel, donde sino iban al largar el dragón.
Sevilla a 30 de junio de 2015
Francisco Rodríguez Estévez