Se muere. Dicen los que le quieren, los que saben que tiene
los días contados no pretenden alargarle el sufrimiento con invasivas medidas,
y esperan que su enjaulada vida acabe con la merecida dignidad, se entiende que
pseudo humana, no en vano, en la ciudad que su presencia emblemática, tuvo la
suerte de disfrutarle y contemplarle durante tantos años aceptando su
diferencia, y que en la sensibilidad ya empieza a lamentar el final que se le
acerca.
La Encarnación se muere. Dicen que tienen los días contados,
y no se toman ninguna de las posibles medidas reparadoras con la urgencia que
requiere.

El gorila albino se convirtió en algo más que un primate,
Copito de Nieve aun muriéndose es noticia. El mercado de la Encarnación situado
en pleno centro del corazón de esta callada ciudad, se convirtió, o peor,
dejaron que se convirtiera en una sombra, y se duda que pueda, en su
singularidad, llegar a soportar los plazos de internacionalidad que le
preparan.
Con Híspalis en sus entrañas el tiempo juega en su contra.
El mutante, al menos, gozó de un
espacioso jardín para su hábitat, piscina de baño, dormitorios con
climatización, comida abundante y fresca donde aguarda el destino. ¿Qué gorila
resistiría en seis metros de jaula, sin agua corriente, y con una pésima cubierta que extrema las
temperaturas? La Encarnación, mutación dolorosa, que sufrió el tránsito de la
indolencia se nos va, y contrariamente
al mono blanco, pocos se están dando cuenta de lo que sucede tras las jaulas.
Pobres “automonos”
Sevilla a 11 de Enero de 2004
Francisco Rodríguez Estévez
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