Resultaban conmovedoras las
imágenes de las Bijani caminando unidas y sonrientes hacia la esperanza, y
luego embargaba la tristeza ver los planos de los ricos bordados dorados
cubriendo sus restos separados.
Definitivamente separados. Hubieran
cumplido treinta años en este de 2003, como la provisionalidad, treinta años pues en los que intentaron lo imposible.
Los íntimos lloran sin consuelo,
por más que era predecible, la perdida. No les faltó felicidad mientras duró
esa comunión permanente y fraternal, a
la que el destino vino a unirlas para compartir por siempre semejante capricho, hasta que hombres
de Ciencias se atrevieron a separarlas.
No aparecieron las dudas en
ningún momento pues siendo un ferviente deseo compartido al unísono mostraron
su interés para separarse de lo que más querían, su otro yo.
Treinta años convertidas en
sombras permanentes, vigilantes una de la otra de sus intimidades y deseos.
Demasiado bonito seria poder vivir para poner reparos de última hora. Tuvieron
que armarse de todo el valor del mundo en sus desesperaciones para decidir que
nada ni nadie detuviera el proceso.
Adelante con todas las
consecuencias, esos fueron sus deseos. Ansiaban ser una y no dos para dejar de
ser una siendo dos. Recibieron la preparación previa, y el conocimiento de los
riesgos y nada pudo apartarla de sus legitimas aspiraciones, para alcanzar la
negada normalidad.
Cuando todo ha acabado, imagino
en la distancia, si a las desdichadas,
envueltas en su foulard, se le pudieran preguntar ahora sus deseos, su
vehemencia sería distinta. Decidieron embarcarse en la patera del quirófano
buscando un futuro mejor y encontraron en las sabanas verdes, playa de lutos,
el peor de los desenlaces, el fatal.Cuando todo ha acabado, imagino en la distancia, si a las desdichadas, envueltas en su foulard, se le pudieran preguntar ahora sus deseos, su vehemencia sería distinta. Decidieron embarcarse en la patera del quirófano buscando un futuro mejor y encontraron en las sabanas verdes, playa de lutos, el peor de los desenlaces, el fatal.
la provisionalidad de la Encarnación. Afortunadamente a esta
no le pudieron meter mano, aunque lo intentaron. Causa alegría que el pasado y
el futuro estén en el presente unidos para siempre, sin causar la pena que
Laleh y Ladan dieron en vida a los demás, siendo inconformemente felices, y el
dolor que produjo su errónea separación.
Sevilla a 9 de Julio de 2003
Francisco Rodríguez
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