Basta repetir la propaganda, tantas veces como haga falta,
para que acabe siendo lo ofertado objeto de deseo por muy inútil que resulte. Pero
solo en la realidad se advierte la consecuencia de la reiterada proclamación de
unas virtudes inexistentes de las plantillas anti-colesterol, de la crema
adelgazante, o los parches para dejar de fumar y hacerle caso a las leyes
sanitarias. Pero contrariamente, por más que se repita, se advierta, y
machaconamente se diga que las anunciadas bondades no pasan del papel, apenas
se les pone oído.
Visto que a toda costa a la Encarnación la hacen llamar
sostenible, como un merecimiento gratuito y totalmente desconocido, pero que nadie sabe a cuento de
que merito, por falta de información adecuada, y cuando menos, no se explica
con suficiencia a esta cosa de las setas, un capricho que desde el comienzo tiene
perdido el equilibrio, causa, efecto, con lo cual, ya nos contaran con que
puede sostenerse.
Tal vez pueden pensar, a tenor de tan sumiso beneplácito,
que les resulte sostenible a los comerciantes que se instalen en el pequeño
reducto denominado mercado dedalitos por el extraño diseño de los puestos, al
menos, hasta que se enteren estos llamados comerciantes de la repercusión que
les corresponderán cuando tenga que
sufragarse, por algunos menos de la mitad de los placeros que actualmente
resisten en la provisionalidad, naturalmente en la cuantía que designe el actual
concesionario, para recuperar lo invertido.
Acaso la sostenibilidad llegue a alcanzarse con la venta de
entradas para visitar una Hispalis mutilada y en gran parte errante, que quedará colocada donde “buenamente”
puedan, con rigor de aproximación, por las paredes del “antiquarium”, y los beneficios del
merchandaisin de camisetas y llaveros para souvenir del turismo de vuelos económicos.
Una buena fuente de ingresos debe de emanar de la energía
que producirán las células fotovoltaicas, que por el momento se olvidaron de
proyectar, aun siendo obligatorias en los edificios públicos, pero que podrían
ir perfectamente ser “sostenidas”,
atornilladas en las maderas del “sostenible” bosque nórdico, tratadas
especialmente de fungicida, que revestirá la epatante cubierta.
Se advierte claramente que la elección de los tablones, como
material perdurable, de bajo costo, y carísimo en su mantenimiento, tienen en el laboratorio experimental
las garantías por su probado uso y resistencia tanto al calor, como a las bajas
temperaturas, humedad, contracciones y dilataciones, a las que por su
sostenibilidad serán sometidos. Sevilla
tiene un calor especial, y un frio que te cagas, y humedad que moja sabanas.
Si acaso, las buganvillas previstas, restarían algunos
kilovatios, cosa subsanable con la periódica poda, imperceptible en el numero
de paneles que generaran un importante capitulo de ingresos.
Que decir de los beneficios que puede reportar los certámenes,
simposium, y exposiciones micologicas, que a nivel mundial puedan acoger bajo sus
umbrelas, y por que no las tasas que reporten la practica del “seting” a nivel
olímpico.
No pueden caber dudas, de que la sostenibilidad de la
Encarnación, puerta, puerto, estación, plaza, mercado, y aeropuerto, debe de
encontrarse en otros resortes, sosteniblemente ignotos, dado que sin
aparcamiento, sin metro, sin tranvía y sin autobuses (si definitivamente se
trasladan las paradas existentes), por lo cual para sostener el insostenible y
emblematico capricho, hace pensar que lo que ocurre, sea que lo sostienen, en
tanto les llega la ocurrencia para aplicarla.
Sevilla a 25 de Noviembre de 2006
Francisco Rodríguez Estévez
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