jueves, 2 de octubre de 2014

Parar el tren (2-10-2014)

No sé porqué, pero cada vez tengo mas la impresión de que me quedo nuevamente más que solo en este asunto que tanto me duele de la Encarnación que todos conocéis. 
Sin contar con los adormecidos comerciantes inmersos en ese sueño inducido, solo puedo dirigirme a vosotros los lectores, pues seguro que tenéis  las ideas mas claras que ellos, y que nuestros dirigentes, como para imaginar lo que supondrá para esta ciudad el soportar ese icono de setas,  que todos sabéis, pues si esta cosa prospera por un silencio que ensordecerá en nuestros adentros, lo inmediato es que se tenga que aceptar, en lo sucesivo, cualquier cosa.
Muchos estábamos juntos hasta hace poco, para defender la Encarnación en su conjunto, y su tradicional plaza de abastos municipal, posiblemente para evitarle a sus placeros el presumible desaguisado como por ejemplo lo ocurrido en San Sebastián, donde tras una provisionalidad de algo mas de un año, los comerciantes, en su mayoría dejaron sus comercios, absorbidos por un centro que poco a poco pusieron fin al mismo.. 
Aquí, que llevamos en la provisionalidad más humillante algo mas de treinta y tres años, se lleva el mismo camino, pero algo más lento, si cabe, más mortificante,  no hay  más que la aceptación, acaso por la desesperaciom, tal vez por los miedos,  para unos vendedores expropiados, dormidos por el sueño,( que ahora resulta que es malo para la salud), que en trance soñaban volver a un mercado como los de Barcelona y Valencia, que reciben tantos visitantes foráneos, como si de dos museos se trataran.
Acaso gusta al viajero mezclarse con la gente en estos singulares espacios de ambiente cosmopolita.
En esta cosa aun estamos, y la solidaridad, la comprensión, no falta, ni los ánimos y alientos que llegan y que es de agradecer,  pero eso no es suficiente para parar este tren que está cogiendo velocidad de urna, acaso con tanatorio, pues de nada sirve que digan Quijote, valiente o torero a quien escribe el drama críptico del misterio de las setas, antes  Encarnación.
Tal vez Quijote por la locura de enfrentarse al arremangado Pentapolin, al que reconoció porque llevaba alzado su siniestro brazo, cuando a lo mas que siento son las punzantes pezuñas de los borregos clavándose en unos sentimientos, tal como si varios rebaños pasaran por encima.
¿Valiente?, el valor es un estado de animo que escasea en quien lleva tanto tiempo en esta esclavitud, que no es la Orden de la Encarnación, sita en los Terceros,, sino esta entrega poniendo “puyas”, que en tal caso seria no diestro sino picador haciendo sangre en unos lomos inalcanzables, pero estas no son hirientes, sino cartas, caballos del viento expresando buenos deseos, pues así son las puyas, según las enseñanzas del Venerable 5ª  Keusang Rimpoché Kalsang Tukkú, Lama que impartió su sabiduría en el parque del Alamillo.
Lo de torero es difícil de llevar, pues no se trata de engaños, ni de suertes, aunque haga falta, más bien se trata de (al no caer en el sueño) estar un poco más espabilado e ir por delante, que es como lo siento, tal como un “forcado”, asustado y decidido a ir al morlaco de frente, pero que se quedó sin placadores viendo como las gastan los de  “phalas”, y se sigue enfrentado pensando conseguir una buena pegada.
He leído que con la mente se puede parar un tren en marcha, se trata de una técnica oriental llamada “Xianglongshihazhang”, tal como suena, y se practica con la meditación, así pues todo será cuestión de prepararse.
Mientras, por si falla este nuevo intento, en el que tengo a Santa Rita, a San Judas Tadeo y a San Expedito en el ajo, procuren poner algunas chinitas en las vías, a ver si tenemos suerte y descarrila.
Francisco Rodríguez Estévez
Sevilla a 7 de Junio de 2006

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