El
calenton
La
negrura de las piedras del emblematico edificio, hecho tan grande para que sus
autores fueran tomados por locos, no la tomaron de las fogatas de fríos
amaneceres con las que se calentaban picaros y mercaderes apostados en sus
gradas.
Todo parece
indicar que el motivo eran los gases del tráfico, suficiente justificación como
para facer tal tren que nos tomen por lo que quieran.
Libre
del enemigo contaminador, las catenarias de quita y pon, vienen a ennegrecer
todo aquello, total que son ochenta
millones. Después del sustancial gasto nos enteramos que la polución que
oscurecía las paredes catedralicias, y el bochorno tranviario realizado, se
podía haber solucionado con tan solo haber instalado además de las placas
correspondientes prohibiendo el paso, y colocando al agente de tráfico, al de toda
la vida, a parte de regular la circulación de las bicicletas que son para el
verano, llegar a pensar que con tan solo
adecuar los motores de los autobuses, que todos fueran eléctricos, y para la utilización del
bio diesel, que se fabrica a diario por
no sé cuantas toneladas, muy cerquita de por donde el barquero cruza el río en
ese actual modo de comunicación. Vuelve la copla. Barquerito de Lora, que se
pasa las horas cruzando el río. Ayer, es hoy.
Pero lo
peor ha sido saber que la Movigi Spain Air Filter, empresa nacional por los
cuatro costados, de Castellón concretamente, tiene desarrollado para las
grandes ciudades, en lugar de enormes setas antiestéticas, nada menos que el árbol purificador. Dice su
director, el Sr. Moro, natural de la Plana, que este árbol realiza la función
de fotosíntesis, permitiendo eliminar no se cuanto dióxido de carbono, tanto de
día como de noche, pues funciona por energía solar, y devolviendo aire puro a
la atmósfera. Y de esto nos enteramos cuando el gasto municipal está hecho, y
rebasando con más peligro que las phaloides, los limites de lo permitido.
Como
protesta, poco significa unos minutos de apagón, cuando pasen, volveremos a lo
mismo.
Ni bio-
diesel, ni árbol purificador, pues la realidad nada desaparece con unos minutos
de solidaria oscuridad, cuando no se está dispuesto a eliminarla, como si de
las piedras de la metropolitana se tratara, pues las setas seguirán creciendo,
con cautela, o sin ella, proyectando su enorme sombra sobre el ridículo mercado
de abastos, otro juguete como el tren, que si no enfría el ambiente, al menos
en la azotea encontraran el cobijo en la calidez de su techo, aquellos que no
tienen ni unas tablas para hacer una candelita con la que quitarse el frío de
las madrugadas, aunque se incremente la emisión de gases, pues el revestimiento
de poliéster del pino finlandés evitara que se oscurezca.
Sevilla
a 15 de Noviembre de 2006
Francisco
Rodríguez Estevez
No hay comentarios:
Publicar un comentario