Con la velocidad de la marea negra llegando a la costa das
mortes me llegó la noticia. A veces estas son mas rápidas que las malas, resulta
que en las excavaciones de la rampa de
la Encarnación se había encontrado un segmento de una plumilla. ¡Una plumilla!
¡ Un trocito de una plumilla!
Todo un revuelo de
los responsables y de los operario, ¿Qué sería la plumilla hallada? No tenia más
datos, tampoco mis confidentes estaban en disposición de facilitar nada, pues
el equipo analítico estaba encerrado en uno de los barracones al efecto. ¡Una
plumilla!
Vete a saber el pollo que van a montar. ¿Y si se tratara de
una de las que adornaron el sombrero del Tenorio en una de sus incursiones por el cenobio?.
También podía perfectamente pertenecer al casco de un armao
de la gandinga, que la perdiera en un descanso reparador, e incluso no se podría descartar que esta se
desprendiera de una buchona de la Plaza Nueva, que revoloteaba las ruinas, por más
que los vuelos prospectivos, siguen siendo
cosa más propia de un quebrantahuesos que de una paloma.
Pero, ¿Y si se trata de un trozo metálico de los utilizados
para la escritura?. A menos que se trate de un pájaro de cuenta, perfectamente
podía haberla utilizado un escriba del Imperio, un orfebre andalusí, e
incluso el ayatolá de la madrassa, la
madre abadesa, y la madre que la parió,
a la pumilla naturalmente.
Tampoco se descarta por el nivel del hallazgo que esta
perteneciera al escritorio del gabacho alcaide, en incluso podía haber sido
utilizada por un placero culto en un momento de inspiración. Incluso usada para
acariciar en placer oculto en las artes “amatorias”¡Nos han jodido!
Sevilla a 23 de Noviembre
de 2002
Francisco Rodríguez Estévez
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