En esta Bounty de mentira, la rebelión tenía que ser de
broma, y lo mismo que la historia nos cambia la anterior figura del perverso
capitán, al que por lo visto en los estudios reciente sobre aquel suceso revelan
exonerándole, como tal culpable, y que los que se rebelaron fueron los
culpables de su propio castigo.
El caso es que el poder lo puede todo, y a los sublevados, en
la inmensidad del océano, según el diario de a bordo, los dejaron en una barca
con suficiente agua y comida para tres jornadas. Poca comida y menos agua para
tan lejana orilla, lo cual hizo inevitable que con una actitud tan déspota, la rebelión
era lo procedente.
Por el ruido de la que se montó en el laberinto de las setas,
treinta carteles, cien octavillas y cuatro pintadas, más que Bounty parecía
patera, y lo peor es que por el momento se desconoce que nos descubrirá esta aventura
donde está por discernir la razón de reflotar una jábega que hace aguas, y en
la que se han montado el lastre de polizón, donde solo cabria lugar para sustituir un remero.
Equus, al fin y a la postre, que sabiéndose seguros de que en la nave, tal que fuera de "noe", nada les ahoga, menos no saber nada, y guardar la ropa, pues con el agua al cuello solo hay enfrente algo de sentido común de unos cuantos, sobre los tablones y posiblemente divididos, cuando se divide la razón.
No se vaticina que suceda nada después del amotinamiento,
por más que se podía pensar que lo de la Bounty, quedaría después de este, en
una anécdota, pero que va.
Ni la Delegación de consumo va a proceder a desautorizar las
actuaciones que ha realizado la concesionaria, ni la concesionaria va a
rectificar lo llevado a cabo sin la preceptiva autorización municipal, perjudicando
a los comerciantes del mercado, no solo llevando a cabo la modificación de la
especie indebidamente autorizada, si no también desvirtuando el contrato
individual con cada uno de los comerciantes como titulares de licencia
municipal de venta, en el que queda sabido tanto el numero como el uso
destinado de los cada uno de los puestos.
El motín acaso haya sido útil para los placeros, al menos les
permitirá entender como esta acción, en las formas, y en el fondo, ha servido
para demostrar que para nada era comercial, si no que lo conseguido ha sido devaluar
el patrimonio, si es que se le puede llamar patrimonio al derecho de uso, como
meros subarrendatarios en lo que se han convertido los cooperativistas
comerciantes de la Encarnación, por tanto tocar las palmas, y tanto reír las
gracias, de aquellos que antecedieron como responsables de todas las partes
implicadas en el invento, incluidos los propios, que solo duraron el tiempo inaugural,
antes de salir pitando como ratas abandona do el barco por las maromas presagio
del hundimiento.

Las responsabilidades que en lo de la Encarnación son dos, una
la oficial, hijo de la Encarnación deberá de tener la gobernanza clara, y la
otra, que dice que aquello (la Encarnación) es como un hijo, al que ha visto nacer y
crecer, con mil dificultades, pues lo mismo, debe de dar ejemplo y rectificar
en los errores para que la enseñanza del padre honrado sea el reflejo de los
hijos. Veremos si cuando llegue la Esperanza, también hemos perdido, lo que
significará que de nuevo tuve el acierto. Con la Bounty, lo hubiéramos pasado
mejor en Haití, plantando arbolitos. Me temo que lo que proceda será hacer un vudú.
Sevilla a 8 de Octubre de 2014
Francisco Rodríguez Estévez
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