Ya sea en la medida que se elija, sean varas, en pies, en
grados, en arrobas, en celemines, a ojo de buen cubero, e incluso por la cara,
pues según se observe como nos la ponen, sabremos a qué atenernos, que seguro se
pueden llegar a medir muchas cosas, y son todas ellas tan manipulables como las
encuestas, las intenciones, y las declaraciones.
Lo de las dos varas tiene su gracia, aun siendo serio tema
de comparación, pero de siempre es sabido, que son más de dos.
Tal vez porque le prohibieron fumar, sea porque tenga la
cazoleta apagada, pero no por eso deja de tragar humos, y poco le debe importar
que se le llene la boca de hollín en las caladas, si estas permiten tocar pelo,
que es otra medida fuera del sistema.
Por una vez, la suerte quiso que dejara los adornos
pintureros de salón de actos, y decididamente buscara los lomos de por quien
sigue en la grupa, para hacer sangre, tal como varilarguero, advirtiendo que le
den la de repuesto, cuando la primera, con el envite, que no convite, se le
quedó roma, esperando que la segunda sea algo más punzante, que para eso se
llevan dos, y a veces más.
Hay medias con colmo, y otras a las que se les pasa la tabla
rasa, pero siempre hay dos varas en esto de medir, no solo la fuerza, que por
algo se realiza con “caballo”, por lo cual, en estos casos se utiliza, como las
manos, la que conviene, una, la más diestra, para las cosas serias, y la otra,
que generalmente se tiene “tonta”, para las chusmas.
Por eso existe una vara para cubicar el deposito de aguas,
patrimonio de todos, que nos trajeron cuando la Hispalis, desde Carmona, y
otra, punzante e hiriente, que vacía la “meganatatio” en que quedó convertida
la Hispalis patrimonial, para llamarla “antiquarium”, ¡No te digo Salinas!
Tiqui, taca.
Seguramente porque la modernidad se le quedará antigua para
cuando pueda abrir sus puertas, bajo rampa, pues ya me dirán, con tantos
números rojos, quien firma una factura, a estas alturas, de mil millones, dicho
en antiguas pesetas.
Como quien vale más por lo que silencia, que por lo que
dice, aunque sea tragando humo de la cazoleta apagada, si lo de las dos varas
es todo lo que ha callado, pensando en que le valga para algo cuando lo dice,
mejor le hacen una “facturita” para que se calle, pues de seguir acabará
echando de una bocanada todo el humo. Al tiempo.
Sevilla a 11 de Octubre de 2006
Francisco Rodriguez
Estevez
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