Mientras que las comunidades científicas recomiendan la
carne, la de comer, y la otra, también llamadas de mantel y cama por sus grandes
beneficios, las esferas religiosas en general se empeñan en parte a prohibirlas.
Que países y naciones, por sus creencias abominen de su
dieta las excelencias del cerdo, y otros las de la ternera, choca tanto, como
que durante ciertos días al año, en nuestra cultura tengamos por temor al
pecado que privarnos de toda, las de comer y las otras. Resulta paradójico que
mientras crece la población se reduce el consumo cárnico y aumenta el de
preservativos.
El consumo de carne ha bajado tanto que, en la actualidad,
estamos en menos de un tercio que entonces. Debemos creer que en breve, las
religiones cambien estas normas, pues estoy convencido de que la carne no puede
ser malo para nada, lo malo con seguridad es otra cosa que nos metemos o nos lo
meten, pues estas privaciones no hacen, ni de lejos, que seamos mejores..
Sevilla a 24 de Noviembre de 2004
Francisco Rodríguez Estévez
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