sábado, 18 de octubre de 2014

De nuevo encarna…..val

Este año, junto al carnaval que llega, aparece, con una demora consentida, esta Encarnación que permanece en corito, tal cual, desgarrada, como puede verse, pues no hace falta recordar que mediados de febrero ya es pasado, y de las urgencias dichas en aquella fecha de anuncios y proclamas, recordar que para esta fecha de chusma la autoridad con responsabilidad  nos dijeron que se debería de tener culminada esa imagen micologica, encarna…..val de permanente disfraz, con toda su paranoia de revelación del doctor, por esa visión que produce tragar  tanto psilocybin del monte, con los peligros que conlleva la ingestión de su toma.
Pero de sopetón se pasa a esta de mística guardada, de almacén, de silos, reposada y sin pausa, de lenta e implacable actuación en el trance, (como lo hacen los alcaloides tras la euforia), como temiendo que aquello reste entusiasmo, adicción y votos, (cosa que no sería de extrañar) con tanto sopor, tanta milonga y tanto sueño, al contemplar los efectos negativos  que pueden surgir a consecuencia de esta plantación en los adictos.
Mal que pese, de nuevo encarna…val  para esta céntrica plaza, a la que el disfraz no le llegará a tiempo de actuación para pisar las tablas de revestimiento ecológico de tanto teatro, pues una cosa es aprenderse la letra, para meterla en el compás, y otra meterse en el tipo, cuando el tipo se las trae dando el cante.
Una guerra contra el reloj con cortina de humo. Guerra al humo de los coches, al del tabaco. Fumadores y conductores del mundo, ¡Uníos! Al menos siempre nos quedarán las infumables setas.
A falta de metro, como el sastre que no lo encuentra en su cajón, el ojo determina el tallaje, y si el del amo engorda el caballo, en este caso la opción será grande, ande, o no, a ser posible XXL, en su costo, cueste lo que cueste.
Pero esta ciudad, más que de papelillos es de papelones, mas de cara que de caretas, mas de tambores que de pitos, aunque guste tanto el antifaz que esconde el rostro dejando ver tanta cruz, pues como que se la está preparando en este tiempo de quinario cuaresmal, para sufrir el eterno carnaval de las setas, y todos, compungidos por el dramático final de la Encarnación, nos reiremos de la pamplina.
Francisco Rodríguez Estevez
Sevilla a 12 de Febrero de 2007
(El día que tembló la ciudad)


No hay comentarios: