sábado, 11 de octubre de 2014

A quien le importa

Está claro que no me gustan, que abomino de ellas, pero a quien le importa si desconoce los motivos, pues queda claro que no solo es cuestión de parecer o de paladar, cosa que a otros puede que “eso” les podría agradar sobremanera incluso en su agradecido estomago. El rechazo viene además de por el dispendio del gasto publico en algo tan inútil, tan inaprovechable, que tengamos que tragar setas como prototipo  de un erróneo vanguardismo, (según las tendencias arquitectónicas basadas en la sostenibilidad), y por otro lado su emplazamiento, pues de llevarse a cabo, como estan haciendo inevitable, no parece el mas indicado para la “siembra” de tal cosa, este que tan desacertadamente se ha elegido, que hubiera tenido mejor enraizamiento junto a la “torre de luz”, de sol de nuevo cuño, para que con su sombra aliviara los atascos premonitorios de tapón por encajonamiento.
Es evidente que el desagrado no solo lo causa su ubicación, en el corazón de nuestra ciudad, buena parte se la lleva su elevado costo, pagado en metálico y especies, es decir con dinero e inmueble de todos, a fin de realizar a toda costa esa enorme sombra, icono a la opacidad, que ya ha supuesto una enorme perdida ecológica, (tala de árboles), y patrimonial (al llevarse a cabo la mas invasiva de las cimentaciones).
Pero lo que colma el vaso, es sin duda, el tratamiento que después de treinta y cuatro años de espera, se le dará al mal llamado mercado central de nuestra ciudad, a la plaza de abastos, a todas luces ridícula, mezquina e insuficiente,  a la que solo la burla podría considerarle emblematico mercado, pues el reducido numero de vendedores en este tipo de establecimiento tradicional, verdaderos iconos en la refente Barcelona, en la pujante Valencia, este llamado dedalitos, ahora en gestión privada por el concesionario, constructor y adjudicatario, mas pronto que tarde le espera el anuncio de mercado fracasado. Pero a quien le importa.
Por todo, y aunque para nada me importara ni la Hispalis, ni el patrimonio, ni la cultura, ni el paisajismo, ni los aparcamientos, ni el metro centro, ni el diseño de las setas, ni la arboleda perdida, ni los cielos que perdemos, como la estación del metropol, ni que la sombra nos hiele los inviernos climáticos, ni que la plaza elevada sea una historia para no dormir(los vecinos), ni que la energía solar se encuentre donde habita el olvido, ni que lo del restaurante llegue a resulta una chirigota del “Palomez”, pero lo de la plaza de abastos , quedaran conmigo , que será un cajonazo, en esta ciudad de espejismos, en esta fortaleza virtual, que cuando el carrusel de coros de las edificaciones se termine, tendrá en algún historiador a quien le importe, y su fallo sea un pelotazo, aunque solo sirva para desenmascarar quien se esconde bajo el micologico tipo.
Francisco Rodríguez Estévez
Sevilla a 17 de Febrero de 2007

(Carnaval en la P. San Francisco)

No hay comentarios: