
Si no fuera porque el algodón no
engaña, pensaría que en el solar de lo que fue la plaza de abastos de la
Encarnación, otra vez están haciendo pruebas. Otras pruebas, dos maquinarias
perforan de nuevo la agujereada superficie, tratando de hallar algo en su
interior que no se encontrara con anterioridad, para realizar nuevos análisis de un subsuelo
que poco o nada puede haber cambiado desde que le realizaron el último, puesto
que, salvo los de glucosa en sangre y
los de colesterol malo, están todos más que efectuados.
Nadie acierta qué es lo que pudo
faltar en todos los anteriores para que este que se está llevando a cabo tenga
el fundamento más allá de que se vean la maquinarias pulular por el abandonado
solar, después de tanto tiempo, que van para once meses que se finalizó el anclaje de las pantallas.
Con el cambio de propuesta, metro
por tranvía, tiene ahora poco sentido la estación de aquel que tanto estudio ha
llavado, si no estaba prevista su estación en la (mala) idea premiada, pues el
metro-centro se nos ha vuelto un deseo
al que llamaremos de momento tranvía, naturalmente si es llega, ya que
difícilmente se podría utilizar la no proyectada estación subterránea Metropol, en lo de la Encarnación.
Confiemos en que si alguna vez es
subsanado lo de la parada del tranvía en la Encarnación, esta no sea
impedimento para que el servicio público de transporte siga prestando sus
servicios, y que se encuentre la rectificación en la (mala) idea premiada para
que la lleven a cabo, que junto con la
altura de la cubierta, que debe de ser reducida considerablemente.
Con total seguridad, el parasol,
en caso de que llegaran a realizarlo, por mas que han determinado como proyecto
imposible, lo mismo no alcanzará la dimensión de seta gigante que sus creadores
pensaron, con lo cual tampoco el mirador
panorámico por encima de éstas, tiene razón de ser una vez anuladas sus
pretensiones de amplitud de miras.
La cripta arqueológica tiene
todas las papeletas de quedar sellada bajo la plataforma, puesto que en la
(mala) idea estaban previstos unos espacios libres desde los cuales la Híspalis
sería visible, pero que con la falta de entendimiento en la crematística, lo
más seguro es que quede al aguardo bajo candados mejores tiempos.
Lo de la azotea, sala de
concierto la llaman, es terrible. La democratizada biplaza no escuchará más
música que la que produzca el botellódromo, mingitorio, sexódromo, y sus suaves
rampas y escalinatas, una dificultad añadida, en especial para llevar a cabo
ese utópico municipio sin barreras arquitectónicas que desde el pacto se
defiende, en este caso, infructuosamente. Hacia donde estará mirando la
delegada.
Igual o peor es que no aparezca
la utilización de la energía solar, tratándose de un edificio público, sujeto a
normas en vigor que las hacen obligatorias. Si no fuera por lo del algodón,
pensaría que me engañan.
Sevilla a 20 de Septiembre de 2004
Francisco Rodríguez Estévez
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