La
rectificación dicen, es virtud del que tiene sapiencia, pero está claro que no
es lo mismo, saber rectificar, que, tener que rectificar, cosa nada fácil,
salvo para el sabio. Difícil se hace, cuando la obstinación evidencia ignorar la existencia del error, e imposible,
cuando esta se encuentra sujeta a contraindicaciones. Manteneya, y no enmendaya.

Todo,
ante la silenciosa actitud de la ciudad, crítica de sotto vocce, que no permite
que se rectifique para no regalar inmerecidos halagos.
Es la
manera de decir para siempre, al contemplar cuanto pudo ser rectificado, que no
fue la falta de opinión de los ciudadanos de un pueblo sabio que sabía
perfectamente que sería un esfuerzo inútil. Con lo cual, por muchísimos años,
generaciones futuras sabrán por que no se rectificó a tiempo, y se produjeron
esas transformaciones a las que no les encuentran el mayor sentido. Cosas del
ayer.
Francisco
Rodríguez Estevez
24 de
Octubre de 2007
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