Cuando me regaló un ejemplar de su premiada novela,
cumpliendo su promesa, quedamos en que le pondría unas líneas junto a su firma,
en cuanto le cumpliera con la mía de leerla.
En ello estoy y tomo
buena nota de su forma de decir, que me viene como anillo al dedo, no para
mejorar la puntería con estos
inofensivos paqueos de papel, si no mas bien para añadir a la carga, salva de
ruido, estruendosa pólvora que sirva
alguna vez para que la dormida ciudad despierte.
Sabía que me bautizaron con el nombre de Francisco, por mi
padre, por mi abuelo, aunque contesto al
de Paco. Al abuelo de mi padre le llamaban Curro, como la mascota de la Expo,
pero se llamaba José.
No llego a más en mi remonte generacional de plebeya
estirpe, ni tan siquiera he intentado hacer averiguaciones. Esta rama paterna
procede de Ceuta, tal vez por eso, cuando el evento, fui confundido en el
pabellón de Túnez, con un alto dirigente de aquel país y me vi espléndidamente
agasajado equivocadamente.
Mi padre Paco “Montada”,
de apellido Real,por su madre, nacida en Pilas, vino al mundo en la calle Gallo, de Sevilla, y se crió en la
de Rocío, trianero por los cuatro costados, como el Pasmo que lo hizo en Feria.
Fue cargador del muelle queriendo ser pintor de cuadros, cualidad y deseo que mantuvo toda su vida, pero que fue carnicero de la Encarnación, por mor de un tío suyo que no tuvo hijos, cuando era chófer del ministro de agricultura , y anteriormente del de sanidad.
Fue cargador del muelle queriendo ser pintor de cuadros, cualidad y deseo que mantuvo toda su vida, pero que fue carnicero de la Encarnación, por mor de un tío suyo que no tuvo hijos, cuando era chófer del ministro de agricultura , y anteriormente del de sanidad.
Fui alumbrado en la
calle Betis, mirando al río y a Sevilla, fruto de la relación legal de una
minera que quería ser hermana de la Cruz, hasta que el conductor del camión del
polvorín del carbonar, se le cruzó en su camino. A la joven postulante le
deslumbró en plena guerra civil el uniforme azul y los profundos ojos negros de
aquel apuesto soldado que, al término de la contienda, tuvo la orden de
encender una gran hoguera en el castillo
de Azuaga, donde descargó dos portes de leñas a fin de que el fuego fuera
visible, con aquel símbolo de la conclusión de la guerra civil.
Me bautizaron Francisco de Paula, y por aquello que en
Triana está la Orden mínima, lo celebramos el dos de Abril como la hoguera. Lo
que desconocía es que paco significa francotirador, que dispara.
Si bien mis rasgos podrían pasar fácilmente inadvertido en
el mundo árabe, confieso públicamente que ni en los obligatorios ejercicios de
tiro en la mili, este Paco, realizó un solo disparo, pues se me encasquilló el
cetmen. Afortunadamente tengo el boli que me permite hacer honor a mi nombre, y
que gracias al regalo de su libro he descubierto su significado.
Sevilla a 13 de Enero
de 2004
Francisco Rodríguez Estévez
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