Esta nueva forma de comunicación que se llama correo electrónico,
tal sistema que aun no domino, llenó por sorpresa de nuevas direcciones la
llamada agenda de contactos.
No sabría decir donde
piqué con el “raton”, el caso es que aparecieron por arte de birlibirloque
ochenta y seis del ala.
Algunas que parecían identificables me interesaron
conservarlas, otras para nada y fueron suprimidas ipso facto.
Me queda una veintena de direcciones enigmáticas para mí,
que no sé si borrarlas, aunque por sus coletillas Us y Arq de la mayoría, me hicieron pensar que tal vez
seria bueno que estas personas pudieran leer las cosas que se me ocurren sobre
la Encarnación, con mayor o menor acierto, para intentar que los ciudadanos
reaccionen, si es que lo consigo, ante este difícil e intrincado asunto de la
plaza de abastos de la Encarnación, y sus treinta años de condena, siendo
inocente victima.
De paso también difundir la sospechosa complicidad de la trama,
que tantos electos fueron urdiendo para ocultar, principalmente, sus
limitaciones al respecto.
Así que decidí, mandar una de estas cartas sin previo aviso y desconociendo
a los destinatarios, en la respuesta pude saber por esto del vinculo, que a algunos de mis
inesperados y sorprendidos lectores sorpresas no les interesa para nada el
tema, ni la lectura del e:mail que les remití. Nada más fácil que al instante, les eliminé del directorio aunque me pregunte
como se alojaron en él.
Por lo cual después de esta, que solo enviaré en pequeños
grupos, para no volver a crearme el colapso que la anterior me causó, solo se
las cursaré a aquellos que lo deseen, y
si pueden envíe su identificación, para poder ordenar, después de la hecatombe
padecida, mi directorio, pues mejor.
Sevilla a 11 de Diciembre de 2003
Francisco Rodríguez Estévez
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