martes, 21 de octubre de 2014

La gran mentira

Se anuncia otra vez mas un final para que finalice lo de la Encarnación. Un nuevo principio de obras, una nueva piedra, una nueva fase de una nueva edición, una obra nueva, un nuevo proyecto.
Definitivamente el doctor quiere demostrar que existe la voluntad de empezar a como sea. Se le agotan los plazos para el veredicto.
Existen razonables dudas de que jamás pueda ser entendido todo lo que a esta plaza de abastos le aconteció desde la primera mentirijilla del ayuntamiento del tiempo de los miedos, de cuando la expropiación por razones de interés general, hasta esta maldad, que tanto miedo causa, del concurso de (malas)ideas.
Un best seller, un culebron, una parodia al desatino. La aporía, el enigma, el misterio, el enredo y el galimatías de la Encarnación tan solo es la gran mentira, a la que la sociedad, pasiva e indolente, vuelve la espalda.
Justo hace un año del milagroso encuentro con la paleocristiana. Su ábside de Oriente permanece enterrado bajo los escombros almohades que fueron peinados por las sondas electromagnéticas, para dar además de su exacta ubicación, el valor e importancia de la misma y que alguna vez tendrá que excavarse.
Un año de paralización oficial, con un concurso en medio. No dejó de ser este una salida airosa, una medida impoluta a las maculas de las maniobras partidistas. Clarito como el agua, ideas que no proyectos.
Para no tener que darles mas vuelta que un derviche al asunto la selección, secuencia críptica, cadencia numeraria, para los criterios de meritos se prepara una ambigüedad para unas bases abiertas, tanto que cabía cualquier ocurrencia, y escoger diez aparecidos para un milagro, como el gangster de la manzana.
 El premio será un fallo, pues ya será fallar el fallo para ejecutar lo que aparezca, incluido el del mercado con la pinta de sumarísimo no encuentra la plaza de abastos de toda la vida, la que añoran los ediles, los ciudadanos e incluso los placeros, sencillamente no está.
Debería de buscar un emblemático con firma de prestigio, pero de eso no queda en las estanterías de este encuentro con la II Fase de este enésimo intento. A la Encarnación le está haciendo falta un milagro, pero este nos remite a la realidad. ¿Qué hacemos para merecerlo?. La verdad es que poco, o nada,  pero tampoco nos merecemos lo que acontece, aunque el chiste era la diabetes, y  también se sufre.
Ante el cariz que está tomando el asunto, mas que nada para ajustar los plazos, y buscar las partidas, aparece la duda de, o poner unas velas a San Judas Tadeo, o dos negras.
Sevilla a 9 de Mayo de 2004

Francisco Rodríguez Estévez

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