En la Expo se encontraba una cosa voluminosa, de aspecto envejecido, frente al pabellón de Polonia. Era el
enorme fragmento de una cara que a pesar de
su tamaño pasaba desapercibida, tal que fuera algo, como una cosa mas de todas
las que colmataban aquel lugar donde tanto se mostraba.
Era una escultura de Mitoraj, alguien desconocido para el gran publico hasta
que el ayuntamiento decidió exponer sus obras en la plaza nueva, con división de
opiniones.
Lo mejor de todo fue que se comunico la intención de que la delegación de cultura adquiriría dos piezas, las cuales pasarían a engrosar el patrimonio de la ciudad. De eso hace ocho años, de hecho hasta se pensó que con las dudas que las vanguardia de lo de la Encarnación, acaso temiendo que se convirtiera en lo que ha resultado ser, un lugar lleno de veladores, cuando antes era zona restringida de bares y ruidos, sembrado de extraños parterres amebas, y creciendo fuentes bultos de hemorroides, que ni tan siquiera los surtidores dejan escapar unas gotas para que se consume la inauguración, que lo mismo allí vendría bien..
Lo mejor de todo fue que se comunico la intención de que la delegación de cultura adquiriría dos piezas, las cuales pasarían a engrosar el patrimonio de la ciudad. De eso hace ocho años, de hecho hasta se pensó que con las dudas que las vanguardia de lo de la Encarnación, acaso temiendo que se convirtiera en lo que ha resultado ser, un lugar lleno de veladores, cuando antes era zona restringida de bares y ruidos, sembrado de extraños parterres amebas, y creciendo fuentes bultos de hemorroides, que ni tan siquiera los surtidores dejan escapar unas gotas para que se consume la inauguración, que lo mismo allí vendría bien..
Pudiera haber sido que la compra de los mitoraj, a falta de
poder traerle la Ceres a los placeros, las esculturas tendrían la suficiente
fuerza como para distraer la atención que la deprimida imagen de la fuente mas
antigua de la ciudad produciría.
Lo mismo los mitoraj, no se adquirieron, y ahora seria una
verdadera pena, pues la noticia del fallecimiento del artista les harian tener
una mayor valoración y no desentonaría con los mercadillos y otras actividades
de similares características que allí se
producen, pues de haberse colocado allí las esculturas sin duda generarian en la plaza el interés por
el artista fallecido, al menos curiosidad, aunque fuera por lo que se llegó a
pagar. Como lo de las setas.
Sevilla a 13 de Octubre de 2014
Francisco Rodriguez Estevez
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