Leer y no saber lo que se lee, puede acarrear un cierto
peligro, llegando en ocasiones incluso a tener dramáticos resultados. Algo
semejante debió de pasar cuando tenemos noticia de que en algún lugar de Australia,
recientemente un cocodrilo a devorado a una joven europea, nadadora experta,
que decidió refrescarse en las tentadoras aguas de aquel paradisíaco lugar,
haciendo caso omiso a los carteles que advertían “Peligro en las aguas”, ”Zona
restringida de baño”.
Tal vez, por la confianza de sus dotes natatorias, no
advirtió en las placenteras aguas, que el problema no era el río, y decidió
hacer unos largos.
Aunque tarde, finalmente se enteró de que el peligro de aquel tramo de corriente no era
precisamente su caudal, como intuyó, ni la profundidad, ni nada que tuviera que ver con el agua, el
peligro eran los cocodrilos, que por supuesto se bañaban en aquel lugar, entre
otras cosas, porque los saurios no leen
avisos, en este caso excusable, por la irracionalidad animal que les impide
aprender a leer carteles.
Tal vez, si hubiese
sido más explicativo, no se hubiera producido el fatal encuentro. -¡Por tu
madre, no te bañes que hay cocodrilos!--.Este, si sería un mensaje sin rodeos,
claro y seguramente más efectivo.
Los medios no se cansan de
advertir las preocupaciones que
acontecen a diario y los peligros que se
derivan, son carteles de aviso de las
circunstancias de la ciudad, a nuestros
ocupados ediles. Por los resultados, más bien parece que estos no se saben leer, en este caso no por
irracionalidad animal, como el cocodrilo, ni por la confianza en sus facultades, como la bañista creyó
tener observando las remansadas aguas,
pues ocurre que después de veintinueve años se tiene una interpretación
distinta a la demanda de los ciudadanos, como en el caso de la Encarnación, que
no aparece ahora, ni por las señales continuadas de avisos, ni por el destartalado cartel que le
pusieron a los placeros ,si no por otros intereses distintos. Del cajón del
olvido, al candelero de la actualidad. Acaso se han puestos demasiados, y pocos con la rotundidad necesaria,-” El
cocodrilo te come”- sin duda es un aviso claro rotundo y sin rodeos. ¡Por lo que más quiera, un mercado para la
Encarnación, como los de toda la vida!
.Espero que hayan entendido lo “de cómo toda la vida”, y no
tenga que explicarse, cuando sea irreparable, como el bocado del cocodrilo. Víctima
y verdugo abatidos a pesar de unos
carteles que trataron de evitar inútilmente el encuentro, porque fueron avisos en vano.
Sevilla a 1 de Enero de 2003
Francisco Rodríguez Estévez
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