viernes, 2 de julio de 2010

la carta

Leo en una angustiada carta, de esas que se le escriben al director y que con suerte se llega a publicar, pero que aparte de llegue a los lectores de “cartas” el efecto de esta es nulo, en cuanto, no por que sepamos lo sucedido, las cosas se solucionan.
Cuenta en esta que, después de mucho esfuerzo, pudo optar a la adquisición de una vivienda gestionada por la empresa publica,y que la compra de este bien inmueble le ha obligado a tener una carga bancaria que con mucho sacrificio familiar, trimestralmente viene cancelando, pero he te aquí que por las puertas le han metido en el bloque, con cargo a la empresa publica, y con el argumento de acogida, unos vecinos que, por su conducta ancestral, y por sus costumbres etnicas, por el momento han roto la armonia de la casa, así como el ritmo de gestion comunal y la participación en los gastos de comunidad, vamos que por las cancelas entraron lo que se dice un regalo, y aparte de perder la calidad de vida que se gozaba en el bloque, todavía sin acabar de pagar los vecino sus vivienda, a estos nuevos residentes, la administacion que los acoge, tiene ha bien hacerlo de forma gratuita, naturalmente que con dinero de todos.
Acaba advirtiendo que algo huele mal en “empresa de viviendas”, y todo por que el suceso le dio de lleno, sin caer en la cuenta de que esta ciudad, que cada día huele mas a Dinamarca, la cacosmia afecta con su perversión, a todos los estamentos, y mientra mas grande sea, le sucede como a la “amorfophalus”, mas intensos es lo que desprende.
Hoy es la vivienda infravalorada por aquello de la desadaptación, mañana es un carril bici donde estaban los veladores, otro dia es un corte de calle, y otro unos policias enfadados disfrazándose de seta, otro son las setas , y otro la boca del metro, y otro la boca rusa, y otro la pata negra, y otro la metedura de pata, y otro la mano, y asi hasta que el hedor llega a producir tal adiccion, que fuera como el breve azahar, pero durante todo el año, la ciudad del olor.

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