jueves, 22 de julio de 2010

Dicen,dos.(lo que hay que oir)

En el vacio

En donde si no, podía tener el pensamiento cuando, de no haber sido por lo que ha sido,
pronosticaba apesadumbrado que lo contrario sería el acabose. Aquello, no podía ser, se decía, después de treinta y siete años.
Poca luz le alumbra en la pobre visión del presente, y se atreve a predecir el futuro más catastrofista, el del acabose, como un vacío que le succiona hasta la nada.
Aquello seria el acabose en su estudiada conclusión, tal como hacen quienes analizan los planteamientos económicos de las grandes finanzas, que realizan supuestos al objeto de corregir las situaciones mas adversas que se le puedan plantear en cada momento, como un juego, siendo una formula eficaz que se viene aplicando para poner en practica todos los resortes y ajustes, con el fin de sin costos ni riesgos conocer las mejores decisiones a tomar, tal como un “Banco Poly”. El tétrico pronóstico del acabose se realiza a tumba abierta, tumba al fin y al cabo, una opinión de adversidad ante un condicional que por suerte, para sus luces y entendederas, no se dio, pues todo hubiera sido para el, de haber parado aquello, el acabose. Con mentes así, ustedes me dirán.
Como el acabose no se dio el alivio es inmediato, pues la preocupación era tal que le embargaba la preocupación tanto que hacia secundario al resto de los elementos validos para la reflexión y el diagnostico de la grave situación.
Nada importa que a la Encarnación no lleguen los autobuses, y en ellos los posibles clientes, para que preocuparse por la factura de la electricidad. De que sirve tomarse el interés de conocer los costos estructuras, las amortizaciones del equipamiento, los alquileres, los de mantenimiento, los asociativos, los impuestos municipales, los fiscales, si siempre se está mirando a las musarañas del acabose, y aun no se ha inaugurado
En el crucial acto, la felicitación por la calidad mostrada, le pese a quien le pese aquello, queda dicho que no se para, y no se para, para eso tiene de inmediato el reconocimiento al valor, por lo valiente, y por la valentía demostrada. Es tan desbordante el momento que no duda en hacer la valiente declaración, la que se llena de valor para reconocer lo valiente que hay que ser para gastar el dinero que no es de nadie, nada menos que en unas setas, pero ni una solo palabrita de lo del mercado ampolla, mas allá de que sigue aferrado a las valientes palabras de su valedor, y estas están confiadas, como el valor del valiente, a que pueda cumplirse en septiembre, para cuando el calor del membrillo ponga a prueba el aire acondicionado, aquello si que puede que sea una prueba de valor, aunque tenga mas pinta de que empiece el acabose.
Sevilla a 22 de Julio de 2010
F.R.

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