Pocas cosas tienen más sabor a Sevilla que el lunes de
Feria, lunes por antonomasia, lunes nuevo de ferial nuevo, que ni alcanza de lejos al
malogrado Lunes de Resaca.
Sevilla es muy de lunes, más que de lunes….. lunera,
de lunares y topos, eso sí de topos. De luna, que crece y mengua como semejante
cosa solo con los estímulos.
La luna tiene cerco, previsión de lluvia. Está
lloviendo en el campo. Lunes de pretérito
pluscuamperfecto de subjuntivo alumbrado, quien dice ayer.
Salgo temprano, tenia obligaciones y la mercancía no puede
esperar, las noticias en la radio dice que llueve en Sevilla capital, once
grados.
Feria del confinamiento, todos con caseta particular, el sueño de miles de habitantes de esta ciudad
de la gracia. El aire de golpe, me distrae la observación de las pañoletas tal
que fuera por el Real, e inesperadamente cae del cielo, que dirían¿una tromba
de agua? no, nada de eso, me cae una lluvia morada, una nevada de copos violetas, y es que la jacaranda se desnuda en las
primeras brisas y aquello, parecía botón de oro.
Acelero el paso para llegar a tiempo, pero nada, el transportista
lo hizo con anterioridad y me hace trabajar y descargar sin su ayuda, teniendo
que recoger las cajas y colocar la mercancía, UNAS dentro de la cámara frigorífica, cero
grado, y otra parte en las vitrinas,
pues aun falta la partida que pensaba llegaría aun más temprano.
Poco a poco
todo va presentándose para una venta que no tengo certeza que pueda darse, pero
en tanto vamos preparando las cosas, hago cosas, como decía Rajoy de los
catalanes, para cuando sea menester
tenerlas listas.
Llegan los vendedores, son los primeros, llaman otros vendedores,
el Wapsap se llena de mensajes de precios y ofertas para la semana, todos
quieren vender. Pero no hay venta, cuando llegue la mercancía que espero estaré
colmatado, diría que atascado, si el público se queda en casa como la mañana
que llevamos con la anunciada lluvia incluida.
Voy al banco y no hay
manera de que te abran la puerta automática, la bancaria, me conoce y hace indicación
que por los cajeros exteriores, en el lenguaje de los gestos le quiero hacer
ver que está lloviendo, ni modo, se da la vuelta. No pienso golpear la puerta
como temía pensar, las facturas pueden esperar.
Me llaman del banco por teléfono, tengo cita mañana, mañana
podré entrar en un banco que me cobra por todo y diría demasiado.
La esplendida tarde sin no hubiera sido por la pandemia y el
cambio de fechas, sería un buen lunes de
alumbrado y aunque algunas calles del Real no tuvieran farolillos por la
mojada, a estas horas ya estarían varios camiones con lOs que reponer las bajas.
Las palmas cada tarde suenan menos, pero he sentido las
risas de los pequeños que han repoblado mi bloque, jugando en el portal. Vienen
de la calle.
Se acaba este lunes que comienza la séptima semana, siete veces
siete. Lunes, de mala gana. qUE BUENO ES PUERTA.
Sevilla a 27 de Abril
de 2020
Francisco Rodríguez
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