Menú del día mas largo
Era lamentable que el único taper de cristal tuviera que
caerse de tal forma que ni la tapa de goma que da hermetismo le salvara.
Jueves Santo, resisto en la cama mucho más tiempo afín de
que se me haga más corto el largo día que por algo no ha brillado el Sol, sigue
nublado, y desde una hora temprana suena una banda de trompetas y tambores en la
lejanía. Mi ventana solo ofrece la vista de un naranjo y en la parte superior
derecha deja asomarse al cielo gris blanquecino.
La verdad es que saliendo a la terraza,
cuando podan los arboles puede verse varias calles. Este año ni poda.
Quiero almorzar pronto para acostarme de nuevo y pase cuando
menos una hora, por si la madrugada de Campana me coge en vela.
Tengo que c ambiar los planes para el
almuerzo el super está abierto, hay larga cola de espera, y querría comprar solo una botella de
Valdepeñas, el vino puede esperar, aun quedan como para dos copas. Compro torrijas, el pan lo saque del congelador.
Me he decidido
por las tiras de solomillo de ternera blanca, las pondré con mantequilla y un
poco de sal y pimienta, aprovecharé los peperones capsicum, para prepararlos a
baja temperatura en AVOE, son siete piezas. La ensalada es de carottes
laminadas aderezadas de aceite de oliva con cinymun, pan blanco, Valdepeñas reserva, plátano con
chocolate a la flor de sal, e infusión de acay con canela. Dejo la torrija para
la tarde.
La banda sigue tocando en la lejanía. Ahora me he acordado del niño del
tambor, al menos le pusieron en la promo
de “Palernasso”. Luego seguimos. El día será largo.
Como diría Mariano de los catalanes, hago cosas. La cama no
es para estar esperando que pase el día y que no pase nada. Nunca conseguí
echarme la siesta, la cama me pesa como las agujas de ese minutero lastrado que
transcurre lentamente.
He arreglado la cocina de gas limpiando a fondo los
fuegos y los mandos, he colocado por orden el cajón de farmacia, retirando
todas las caducadas, he colocado la ropa que tenia por medio en el perchero de
la habitación, he limpiado otra vez el piso, fregado los platos y vasos que
acumulo en el fregadero. He ido a poner mi coche en marcha, el campeón me
arrancó a la primera.
La nublada tarde es silenciosa. No quiero ni pensar en
comer, bastante me costó ponerme en la talla de mi traje y ni el año pasado por
la enorme granizada, ni este del confinamiento, ha sido posible amortizar el
gasto de sastrería. Acaso en cuatro o cinco ocasiones, es una excelente
confección que tiene las medidas justa para un peso que cuesta mantener, es liviano y cómodo, de
lana fría.
La ducha tibia generalmente rápida ha sido de mayor
duración, limpio sobre limpio, he tenido
que levantar la cura del dedo ya que se ha mojado el apósito que protegía
con la punta de un dedo del guante de
goma. Tiene buena cara le volverá a poner betadine y lo dejaré al aire.
El
pronóstico de lluvia leve no se ha cumplido, pero han vuelto las tórtolas para
resguardarse, para espantarla salgo a la terraza, ni un solo ruido en la calle, tengo que poner algo que las
espante, de pronto se escucha el piar de pájaro, deben de buscar lugar para
pasar la lluvia si es que llega.
Pronto cabe pensar que se inicie el concierto de bandas
procesionales que adelanta los aplausos justo cuando empieza el viento a mover
las hojas del naranjo.
Todo es incierto en tanta quietud en tanto silencio.
Ahora estoy pensando que me haré para cenar, vaya. Con la cura me he manchado
la camiseta, justo en la barriga, unas gotas del yodo. Buscare en internet como
se quitan.
Se termina el Jueves Santo,
nublado, desapacible y silencioso, opto por cenar un bocadillo de jamón ibérico,
con aceite y tomate, de postre fresas. Más
tarde caerán las torrijas.
Sevilla a 9 de Abril de 2020
Francisco Rodriguez
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