Cuento de Primavera 20 días (Son mas) pg.9
Cuando desperté no sabía si era ayer, había perdido con tanto ir de la cama a la mesa de la mesa a la
cama,( a lo cual nunca me acostumbraré9) en qué momento del día o de la noche me
encontraba, si no había sonado el despertador biológico que me lleva tocando una
diana floreada en mi interior desde hace años, ni tampoco el de seguridad con conexión
radiofónica.
Lo cierto es que era demasiado temprano para todo. En vano
intento tratÉ de mantener un sueño ido, conecto la radio sin ponerle atención a lo que emite. Es una
manera de en la duermevela esperar que se pase al menos dos horas.
Ni que decir tiene que cuando llegó de nuevo el sueño había sobrepasado mis expectativas y aunque no tenía ninguna prisa por acudir al trabajo, todo se me hacia tarde.
Ni que decir tiene que cuando llegó de nuevo el sueño había sobrepasado mis expectativas y aunque no tenía ninguna prisa por acudir al trabajo, todo se me hacia tarde.
La nublada mañana era luminosa, CON el suelo mojado de una
lluvia que no escuché, y me parece observar que había muchos más personas que
en días anteriores, ni mucho menos la calle estaba desierta.
Los camiones traen
mercancías para el super, y descargan cajas de pan prefabricado del que se
calienta en la panadería, poco más de las ocho, y en la puerta esperan tres personas
con carritos de compra guardando la distancia social. Son mayores, pero ahí están
como siempre, a los mayores les gusta hacer cola. abren a las nueve. Por suerte
no hace frio, ni por el momento llueve.
Hasta sesentas personas pude contar en el trayecto cotidiano,
la mayoría sin mascarilla higiénica, ni tan siquiera un pañuelo. Un peligro
latente.
Hoy como todos los lunes no tenemos pescado en la plaza DE ABASTOS, EN el laberinto de lo de la Encarnacion, SE ofrece un panorama desolador.
Hoy como todos los lunes no tenemos pescado en la plaza DE ABASTOS, EN el laberinto de lo de la Encarnacion, SE ofrece un panorama desolador.
Tranquilamente con la
desidia de irme o quedarme, coloco varios trozos de carne en la vitrina. Bingo.
El primero hace una buena e inesperada compra.
Tengo que ir al banco y realizar algunos pagos, es el
momento. La chica se empeña, como cada vez que he ido a esa oficina cerrada a
cal y canto, que quiere que realice las operaciones en el cajero de la calle. Le vuelvo a
indicar su propio cartel," utilicen preferentemente el cajero exterior".
Lentamente llega A LA SOLITARIA PLAZA DE ABASTOS un público de excelencias, entrecot,
solomillos, presas ibéricas, cadera para guisar, lomo ibérico en libritos, y
pucheros con jarrete.
Todo va sin prisa pero sin pausa. El trabajo ha cundido y la venta a cubierto la desgana de inicio.
Todo va sin prisa pero sin pausa. El trabajo ha cundido y la venta a cubierto la desgana de inicio.
Cuando acabo la jornada corta, OBSERVO QUE el día sigue nublado y luminoso, ha debido de
llover porque la calle aun tiene reguerillos que buscan el desnivel para
alcanzar el husillo. La gota de bienvenida de la puerta al túnel de las setas, es
puritito charco, que hay que esquivar, y las pesadas hojas de apertura manual
siguen abiertas para impedir que nadie se lleve lo que otro deja.
El regreso lo relizo bajo una fina lluvia inesperada lo que hace no encontrar tantas
personas como en la mañana.
He olvidado comprar huevos en la plaza, y me
detengo en el super, desisto, una cola de más de veinte personas con carritos a
rebosar y solo dos cajeras, cuando son casi las tres de la tarde.
Mañana espero que no se me olviden adquiridlos en la plaza.
No consumo mucho huevo pero es rápido de hacer y complementa muchas veces para
darle más consistencia al almuerzo.
Un rato
de ordenador y, de la mesa a la cama. No duermo.
Otra vez frente al teclado, viendo el gris luminoso de un nublado lunes
Santo.
Sevilla a 6 de Abril de 2020
Francisco Rodriguez
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