Cuento de primavera 20 días (o mas) –(6ª pag)
Después de muchoS AÑOS de pereza al levantarme, el tiempo me
llevó a madrugones laborales que la verdad nunca los llevaba bien, pero con la
edad todo cambia y acaso los años hace que aparezca la diligencia de dar el salto de la cama, que no es ningún
numero acrobático, pUES una vez que el sueño se ha ido para que permanecer
despierto estando decúbito, ya sea dorsal,
ya sea supino, acaso registrando manualmente cada rincón de la anatomía, cuando
lo que viene bien es una buena ducha
templadita.
Por esta vez he probado quedarme un tiempo más acostado en la cama escuchando la radio, intentando
llegar al convencimiento que no era buena idea salir tan temprano de casa aun
que fuera dándole un permiso oficial al confinamiento. No hay prisas, no hay negocio, no hay
público, pero la responsabilidad hace acudir al trabajo también este
decimonoveno desde las medidas del gobierno. La mañana aparece distinta en esta
hora de retraso que he marcado para un viernes que siempre fue especial en mi
calendario.
Se aprecia en el silencio la luminosidad del nuevo día que empieza.
En el adoquinado ya pueden verse algunas palomas que han bajado al suelo
buscando alguna migajilla, que posiblemente lleve algo de la fumigación
nocturna. Restos de guantes como nueva forma de contaminar.
El Sol irradia el calor que tanto se echaba de menos, hacía
falta, y hoy nos regala este esplendorosa tarde que adentra sus rayos hasta el
sofá, en mi confinamiento que de no haber sido por las salidas al trabajo solo
hubiera visto la fronda del naranjo que está justo frente de mi balcón, y que
durante muchos años como que me pasó inadvertido.
De vuelta, por las solitarias calles de días anteriores, hoy muchas personas
transitaban, se diría que sin el temor de tomar las medidas, pues si fueran
portadores asintomáticos ni se les ocurre, en su salud, que podría contagiar
algo mortal. Mascara quirúrgica, gorro, guantes y bien pertrechado, regresé mi
confinamiento nueve horas después. Justo para almorzar.
También han colocado una maquina de café, al estar el bar cerrado, buenas cosas. Podría pensarse que lo de las puertas seria el momento de colocar las automáticas y deseable que en mejor colocación y criterio de optimizar el deficiente recorrido comercial que causa estas de pesadas hojas, de apertura manual y aleatoria en su colocación, solo pensar en abrirlas cogiendo el pasamano hace mejor tenerlas abiertas, aunque se malgaste el consumo energético de un sistema de aire que no lo renueva, y cuyo funcionamiento programado apunta más a que padece obsolescencia.
Hoy he lavado la ropa a mano, se me ha roto la lavadora, ya
me gustaría comprar una nueva, pero ya duró su tiempo pues todo tiene
obsolescencia programada, pero en lo de la Encarnacion ni se enteran, hoy vuelven a fumigar.
Está la tarde tan buena que falta poco para los aplausos y
debo ir al super a comprar una botella de valdepeñas, conste que por
prescripción facultativa de mi cardiólogo, pero la verdad que me estoy
acostumbrado como a la confinación. Viernes de Dolores.
Sevilla a 3 de Abril de 2020
Francisco Rodriguez
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