14 de abril ha pasado un mes
Por más que se ha hecho, por momentos, por ratos, e incluso los días del confinamiento, ciertamente duros e interminable pues no se podía pensar que ya lleváramos
un mes.
Una larga partida en la que por el incierto juego, es más que seguro
que haya prorroga, y no tengamos que esperar la dudosa suerte del
lanzamiento de los penaltiles, si es que no
fuera posible que antes lográsemos el gol de oro.
Hoy que era la fecha que tenía desde hacía meses para la visita
de revisión semestral con el cardiólogo, pues tendremos que esperar para que me
señalen una nueva fecha, ya que el doctor tiene cerrada las visitas a tenor de
los acontecimientos sobrevenidos, o sea que pagas un seguro médico privado, para que ningún cuadro de la larga
lista que figura en la plantilla te atienda, a menos que sea cosa urgente, y tires para
cualquiera de las clínicas concertadas.
A pesar de acudir temprano para el trabajo, ocurre que no
hay repartidores más madrugadores que los de los repartidores de carnes.
Poco más
de las seis de la mañana, acudo por calles solitarias y oscuras, caminando con cierta
rapidez por el laberinto del intramuro, llego a lo de las setas y como cada mañana me
recibe el repugnante soplo de aire caliente del sistema, que poca cara tiene que sea beneficioso, y además salvar la gota malaya, esa que sin descanso caen justo en la mitad del arco que
forma la entrada del túnel, una sinuosa
calle que deja ver las abiertas puertas de la plaza municipal de abastos, para
evitar que nadie agarre los pasamanos de mil manos de la puertas de pesadas
hojas y apertura manual.
Poca venta, y me
da que pensar que mucha carne.
Como cada día, la animación llega tarde justo cuando se inicia
todo un ritual de recoger las carnes que estuvieron expuestas en la vitrina,
pues la otra la he anulado al menos hasta que pueda mejorar la situación y se anime
el cotarro con la llegada del momento que pueda cambiar este ambiente
desangelado.
Una bullita, al menos fue de calidad. Eso será una costumbre
pasajera que tendrá que cambiar y volver a lo de siempre, pues ahora la
exigencia, es la pequeña compra de capricho, compra selectiva, y se hace difícil.

Ni son capaces en sus necesidades de ver la
cantidad de puestos vacios, y las calles casi sin público. Esto sigue teniendo
malita cara.
El chaparrón de las tres me cogió de vuelta y el de las seis
me impidió tender la ropa que había lavado a mano, si tengo ganas de que esto
empiece de nuevo es para arreglar la lavadora, o comprar una nueva.
Ahora vuelve
a llover. Va a comenzar los aplausos, cada día más imperceptible y
menos duradero, ayer vimos la película las brujas de Zugarramundi. Un coñazo no
me gustó. Hoy tengo documentales en imagenio, y como he almorzado el cocido de
anteayer, nos haremos un revuelto de patatas con huevo, y una infusión de cúrcuma, seguro que le meto mano a la tableta de
chocolate.
Sevilla a 14 de Abril de 2020
Francisco Rodriguez
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