Viernes santo
He intentado permanecer más tiempo en la cama. Así llevo
desde las seis, levantándome y volver a
la cama, por varias veces. En dos ocasiones he desayunado, viendo redifusiones
de cofradías, y otros documentales. La luz del nublado marca la tristeza de
tanto silencio cuando me asomo a la terraza.
He enviado por wapsap la foto de la herida del dedo, solo el
punto que era más profunda la incisión produce dolor al tacto, por lo demás la
herida superficial esta cicatrizando solo con el betadine.
Cabe imaginar que la ciudad queda solitaria en sus calles.
Tantas horas en la casa, y muchas en la cama, está actuando a la inversa, pues
no me apetece salir, malo será cuando el sábado santo tenga que ir a trabajar,
y la pereza me haga creer lo contrario.
No será algo preocupante, pero mejor
fuera ser diligente para atender el pequeño negocio en esta semana partida por
los cierres festivos en pleno confinamiento, si crece la posibilidad de que
lleguen clientes a la plaza de abastos, si
es que así lo decidieran.
No quiero almorzar tan temprano, aunque el documental de
curiosidades de la Tierra me tiene entretenido vamos a dar una vuelta por la
casa para ver que podemos poner en orden en la habitación que antes era un
despacho, y ahora es una especie de desván que debo de vaciar de contenidos,
tal como hice con los libros que done a una biblioteca, y otros tantos regalé a
un librero de viejo.
Una cosa me lleva a la otra y todo son trabajos pendientes. El
almuerzo es gambas Orly con salsa de ajo negro, la ensalada es de remolachas
rojas y patatas revueltas con huevo, tomo ladrón de manzana frutos rojos, dátiles, plátano con chocolate a la flor de sal, y un
resto de arándanos en almíbar que quedaba en el frigorífico antes de que se
oxiden, pan integral, infusión de maca.
Acabo viendo un documental, y me dedico
a arreglar la mesa donde trabajo con el ordenador a la que no le
quedaba espacio.
La televisión me da la oportunidad de conocer la vida de los
osos, y luego los felinos salvajes, la misa solemne de los Santos Oficios del
Papa Francisco.
Empieza un documental sobre las Hurdes, y escucho las escasas
palmas que por breves minutos suenan en la lejanía. Hoy hubiera salido el Cachorro.
Me parece que cenaré
un poco de melva, de lata, y fresas de postre, tomare una de las copas de vino
de valdepeñas que quedan en el fondo la
botella. Mañana comprare una nueva.
Demasiadas horas en solitario. Ahora pienso en que
mañana me levantaré temprano, aun sabiendo que la venta puede ser acorde con el día y se hará difícil, considerando
las circunstancias y el cierre en ciernes de un Domingo de Resurrección.
Sevilla a 10 de Abril de 2020
Francisco Rodriguez
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