Cuento de primavera
20 dias (pueden ser muchos más) Pg 7
Esto del aislamiento me está llevando a un lejano pasado, de
cuando no había manera de despertarme para ir al trabajo.
No había modo de hacerlo, incluso vestido volvia a caer en un profundo sueño. Mi madre agotó todos los recursos para despertarme, y luego......casi sonambulo levantarme.
Hubieron días en los que ni me miraba al espejo, era incapaz de abrir los ojos en el lavado a ciegas ante las luces del espejo del lavabo.
No había modo de hacerlo, incluso vestido volvia a caer en un profundo sueño. Mi madre agotó todos los recursos para despertarme, y luego......casi sonambulo levantarme.
Hubieron días en los que ni me miraba al espejo, era incapaz de abrir los ojos en el lavado a ciegas ante las luces del espejo del lavabo.
Desde el confinamiento, el cambio de hora, las mañanas de
Abril, y todas las noticias que aparecen, que ya desde los primeros miedos tenía
pensado bajar la persiana, pero es seguro que la tensión interior me impedía, cerrar unos días estar más
calmo, en un negocio que no llama a la tranquilidad , como casi nada en estos
tiempos.
Mi reloj biológico me indica como cada día que es la hora de dejar la cama, pero había decidió no hacerle caso, y después de muchos años me volví a quedar dormido. Seguro que es po lo la mañanas de Abril.
Mi reloj biológico me indica como cada día que es la hora de dejar la cama, pero había decidió no hacerle caso, y después de muchos años me volví a quedar dormido. Seguro que es po lo la mañanas de Abril.
Una hora más tarde suena el repetidor automático
que salta con la radio.
Ya la claridad de la mañana hace ver mi retraso, las calles también están solas, nadie en todo el
recorrido que he llevado con más rapidez, tratando en la diligencia contrarrestar
la pereza.
Están todos los compañeros, las mercancías colocadas y listos para esperar la llegada del público. Me doy prisa, pero no tengo definido cuanta mercancía exponer, pensando en muchos factores que pueden darse, sobre todo con un cierre dominical ,y una semana santa en la que en lugar de puente, las grandes superficies anuncian que abrirán sus puestas Jueves Santo y Viernes Santo en Sevilla.
Las fuerzas están desequilibradas, acaso el publico decida, pero debe de fastidiar a los empleados, que no les queda otra. Yo, me quedo en casa.
Están todos los compañeros, las mercancías colocadas y listos para esperar la llegada del público. Me doy prisa, pero no tengo definido cuanta mercancía exponer, pensando en muchos factores que pueden darse, sobre todo con un cierre dominical ,y una semana santa en la que en lugar de puente, las grandes superficies anuncian que abrirán sus puestas Jueves Santo y Viernes Santo en Sevilla.
Las fuerzas están desequilibradas, acaso el publico decida, pero debe de fastidiar a los empleados, que no les queda otra. Yo, me quedo en casa.
Antes de finalizar la jornada laboral me muestran un video
en un móvil. La imagen es de un hombre
con bata azul y fonendo al cuello que cae sobre los hombros, lastimosas
palabras, casi acongojado, y voz compungida dice, y no me lo puedo creer, que a las personas mayores,
donde supuestamente él ejerce con juramento hipocrático, no se les da ninguna
prioridad ante la escasez de medios y falta
de ventiladores, que se utilizan para otros pacientes más jóvenes.
A nada se salir a la
calle, la lluvia me acompaña todo el camino de vuelta a casa, se hace más largo
por el peso de las compras que en mayor medida he realizado para casi la
semana, y también más lento, con el pensamiento en lo que deben de estar pasando
tantas personas, enfermos, sanitarios, médicos, familiares y personal
indispensable, muchas personas. Al llegar a casa la radio esta dando un mensaje
del Presidente. Está acabando refiriéndose al futuro y con el
deseo de que esto algún día se acabe. Tendré tiempo de escucharlo al
cabo del día, y también a los analistas y comentaristas del discurso.
Pero me hace pensar, que no es bueno llenar el pensamiento de negatividad, por muy realista que sea.
Sevilla a 4 de Abril de 2020
Francisco Rodriguez
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