domingo, 12 de abril de 2020


Betún, cepillo y botas militares negras. Pulido y limpieza de ...
Resurrexit  (confinado)

El reloj biológico hace todo lo contrario de lo que quiero, no hay manera de quedarme en la cama una vez que suena, especialmente los domingos y festivos, al hacer la llamada con tal intensidad que expulsa todo vestigio de un  sueño, si las horas de descanso parecieron suficientes, por más que no le crea.
Aun sabiendo que será un día largo el de este Domingo de Resurrección, no me quedo más remedio que levantarme y llevar a cabo todos los rituales que realizo para salir, pero sin salir.
No quería encender la televisión, ni mucho menos conectar mi ordenador, y por suerte el móvil estaba descargado,  un segundo desayuno y empieza a clarear el día  que deja ver el grupo de las invasoras tórtolas turcas que han tomado la baranda de mi balcón como percha de reclamo a tenor de las llamadas que lanzan fuertemente.
En la confinación hago cosas, son tantas horas que da tiempo a todo, esta mañana he ordenado las cajas de zapatos, apilándolas, y limpiando el calzado que ha quedado envuelto en papeles para su conservación.
Los de uso diario, LOS del trabajo y LOS de salir a caminar, cosa que ahora no se puede hacer, que ESTOS por ser especial y plantilla anatómica  tiene especial cuidado.

lOS DEL trabajo SON de una marca muy conocida, tantas horas de pie necesita un calzado cómodo. He limpiado la suela con un preparado con lejía, y el cuero después de una limpieza con un artilugio raspador, le pusimos agua oxigenada para reblandecerlo, una crema de grasa de caballo reforzará las puntadas, y un producto especifico para zapato negro que tras un enérgico cepillado quedaron listos. Los dejé como nuevo, tal como para volver a ser estrenados.

Debo de pensar en el almuerzo y como teníamos el cocido que ayer nos regalaron, y en el frigo YA ha perdido la congelación de forma lenta y correcta, tenemos unos mejillones que los pondremos cocidos  y aderezaremos con zumo de limón y un toque de aceite de oliva virgen. La pringá será el complemento para el vino de Valdepeñas. El radiante Sol hace que me decida a quebrantar el confinamiento, pues voy a salir con la excusa de comprar pan, cuando ya lo tengo sacado del congelador.
En la calle tres furgones de policía y dos coches se han cruzado, les veo salir de prisa y colocar unos trípodes rojo, cuento nueve agentes, ni me detengo voy en dirección a la tienda. Hay cola, tardean en salir las cuatro personas del aforo, sacan bolsas repletas. Me decido por comprar pan de espelta, por si me para la policía tableta de chocolate y una bolsita de papaya confitada, para picar, y un par de peras conferencias que tomaré como postre.
La policía hace un control en el que la logística aplicada se me hace desproporcionada a menos que se trate de algo que no tengas nada que ver con las normas de las Medidas en tiempo de alarma, nunca vi ningún control  de circulación      en un lugar que apenas pasa un coche por minuto en estas horas, indicadas para almorzar.
Fotos: Las colas vuelven a los supermercados de Bizkaia | El CorreoVuelvo a casa por el camino más largo, aprovecho el Sol y de paso veo la operación policial. No me detengo pero no dejo de mirar al lugar al punto que el jefe, por los galones que muestra sus hombreras, me expresa un saludo, creo, pues no le entendí. Ni mascarillas ni guantes, ni distancia, CON los agentes del servicio.   
De verdad el cocido estaba excelente,  engañosamente parecía graso, nada más lejos cuando cucharada tras cucharada deleita la densidad que ofrece en la textura de todos los ingredientes, incluida la pringa, vamos, de los que resucitan. Lo cierto es que no escarmiento me habían ofrecido una receta de mejillones al vapor, que o me la explican de nuevo,  o no los volveré a intentar. Trato de salvar el plato y enharino los “bichos” y paso a freírlos, para tirarlos. El vino valdepeñas y la pera conferencia salva la situación. La torrija y la infusión de acai con canela  hacen resurgir al menú.
La tarde luce un Sol que entra en mi casa, dentro de mi salón, que es donde hago vida y reclusión. Tras el paso por la cama escuchando las opiniones que se emiten por las ondas, volvemos a los documentales de la televisión, aun que si quisiera podía estar haciendo cosas.
El Domingo de Resurrección hace pensar cuándo volverá a la vida a estas calles inanimadas, cuánto tiempo se llevará  alcanzar  la actividad de un tiempo detenido, como en confinamiento, como arma eficaz para vencer a la pandemia asesina, nos afectará a todos.
No tengo la capacidad de predecir, pero cada momento presente, ya es pasado, para el futuro siempre incierto.  En pocos minutos volverán los aplausos que permitirán  salir al balcón  esta soleada tarde que me la hubiera pasado en el campo.
Las débiles palmas han sonado  AL TIEMPO QUE EL SUENA EL TELEFONO y mi compadre  me llama interesándose por como lo llevo.
Cenaremos poco. Buscare una película para ver antes de ir a la cama.
Sevilla a 12 de Abril de 2020
Francisco Rodriguez

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