El cuento se ha acabado (XXV)
He salido buscando la luna rosa, la luna de Parasceve y no he tenido la posibilidad de verla por el manto de nubes que lo impiden. Realizo entonces un camino largo buscando el Poniente que es por donde sería posible que asomara, en caso de que la ocasional calidez de su blancura venciera la capa del intenso nublado. Nada.
Ya empiezan a verse el
incipiente azul que transforma la
claridad de un potente Sol que con dificultad le abre paso al nuevo amanecer.
Una hora vagando por la ciudad solitaria mirando cielos en cada revuelta del laberinto, alargando un recorrido de búsqueda sin encontrarla. Cuando Ya se aprecia el nublado reinante. Cuasta llegar hasta la Encarnacion, viendo las fantasmagoricas siluetas.
Una hora vagando por la ciudad solitaria mirando cielos en cada revuelta del laberinto, alargando un recorrido de búsqueda sin encontrarla. Cuando Ya se aprecia el nublado reinante. Cuasta llegar hasta la Encarnacion, viendo las fantasmagoricas siluetas.
Las pesadas puertas están abiertas, todo el personal está su
sitio, preparando sus puestos.
Es el tercer día de esta semana santa del confinamiento y el más solitario de todos aun siendo más largo el trayecto realizado para llegar a la plaza de abastos, un gran rodeo buscando una luna.
Es el tercer día de esta semana santa del confinamiento y el más solitario de todos aun siendo más largo el trayecto realizado para llegar a la plaza de abastos, un gran rodeo buscando una luna.
La incertidumbre de una posible lluvia que no está prevista
en la información meteorológica, crece con las finas gotas que empiezan a caer.
La confianza está en que el público se decida a salir, para realizar sus
compras en la plaza. Desde el confinamiento son más los hombres que lo hacen, provistos de un papelito de lista de
compras y el móvil para las consultas que surjan.
Aun es temprano, la ventas es lenta, tanto trabajo, tanto
riesgo económico, tantas precauciones, tanta preocupación que en tensa espera aparece
el deseo de fuga.
Poco a poco muy lentamente la venta va encajándose en una normalidad un tanto escasa, si pensamos en dos días de cierre, con el Sábado Santo sin proveedores y con otro cierre dominical. No se podía pedir más tal y como está la cosa. Salvamos el día.
Poco a poco muy lentamente la venta va encajándose en una normalidad un tanto escasa, si pensamos en dos días de cierre, con el Sábado Santo sin proveedores y con otro cierre dominical. No se podía pedir más tal y como está la cosa. Salvamos el día.
Ahora seguiré haciendo cosas en la casa, sobre todo ordenando cosas y tendré que ir tirando las que no se aun para que las guardos.
Ahora toca lavar a mano la ropa blanca, no se me da mal, y espero en cuanto esto vuelva a la normalidad llamar al servicio técnico. La lavadora se averio el primer dia del confinamiento. Ya me diraN.
Ahora toca lavar a mano la ropa blanca, no se me da mal, y espero en cuanto esto vuelva a la normalidad llamar al servicio técnico. La lavadora se averio el primer dia del confinamiento. Ya me diraN.
El naranjo mueve levemente las hojas y luego se agita por un
viento racheado ahora leve, luego violento. Es tiempo de primavera, en una
semana realmente triste, que tiene toda la intención de que mañana Jueves Santo
se prolongue en el tiempo. Tiempo de vida, de esperanza de vida, de
respiradores y mascaras, tensionada
espera para los enfermos confinados, cada cual con su patología dejada stand by,
cuando la ocupación es total en la pandemia que asola a todo el mundo, y que
mata de verdad, sobre todo si se es mayor, y puedes estar fuera de la lista del respirador.
Poca broma.
El Miércoles Santo va apurando sus horas de una tarde
nublada. Cuando suenen las palmas, la Piedad hubiera estado en la Campana. Que
largo se me hace EL https://www.youtube.com/watch?v=8zrUumMjjK4
confinamiento. Día veinticinco
confinamiento. Día veinticinco
Sevilla a 8 de Abril del 2020
Francisco Rodriguez
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