Cuento de primavera 30 dias (5ª Pag)
El reloj biológico siempre afecta en el cambio de horario. A
muchas personas mucho más, las hay que solicitan al parlamento europeo que se restablezca
la hora solar. Era previsible que aprovechara la primera mañana del mes de Abril,
que tan dulces son de dormir, en las que siempre la pereza te agarra por los
pies para dejarte un ratito mas en las sabanas.
No todo es bueno en Abril, que por ser la onomástica, trae
la Semana Santa, y la Feria de Sevilla, como para dormirse aunque te caigas de
sueño le viene al pelo el “resisteré” que suena para recordar las adversidades
de la vida y superarlas. Este Abril, que parece febrero cada dos minutos, o tres,
por sus conatos lluvia con el cielo azul
y luminoso Sol en negruzco gris amenazante.
Para T.S. Eliot abril es el peor de los doce, de el dice “Abril es el mes más cruel», porque «engendra /
lilas de la tierra muerta, mezcla / recuerdos y anhelos, despierta / inertes
raíces con lluvias primaverales». Cruel, porque no hace como el invierno, ese
invierno que «nos mantuvo cálidos, cubriendo / la tierra con nieve olvidadiza,
nutriendo / una pequeña vida con tubérculos secos». No, abril es cruel, porque
no le acompaña la nieve olvidadiza sino una insana, loca e inesperada ansia de
vivir.
El caso es que en la oscuridad de estos amanecer que ya se
hacen raritos, el recorrido diario lleva en tanto silencio, en el caminar
solitario a reparar sonidos que antes eran inaudibles. La avifauna tiene en
este tiempo su ciclo de apareamiento y puede oírse las llamadas de amor de gran
variedad de trinos y gorjeos, pitos y avisos de dominio que marcan la posesión de
un árbol o una rama para el cortejo y anidamiento. Lástima que en la torre de
la antigua mezquita, que ahora es campanario de la primera iglesia católica de
la ciudad no aniden las cigüeñas, pues su crotorar, y las campanas de los conventos
nos llevaría al pasado.
En lo de la Encarnacion traen al águila, para asustar a los vencejos desahuciados de sus acacias y evitándoles que aniden en los paneles de maderas contrachapada del
metropol sin metro. Llegar a la sinuosa calle, por la parte Norte, hace notar
que la giralda ya no se asoma a Regina, un efecto colateral un diezmo, por
volver a estar en el mapa.
La entrada al túnel que da paso a las aleatorias puertas de
la llamada plaza municipal de abastos, la de la Encarnacion,acristalado fanal,
de laberintico recorrido, recibe a la clientela fiel como ninguna, con un soplo
de aire cálido y expelido por el ruido de los motores de un deficiente sistema
de climatización, y en el arco de medio punto en versión desalineada, con las
curvas asimétricas de la baranda, ofrece en un constante sin tregua, una gota
malaya cae sin cesar en el centro de la estrecha entrada, dia tras día, minuto a minuto, segundo a segundo, y a nada que llovizne se convierte en
catarata o desagüe de una gárgola inexistente.
Hoy he recibido las felicitaciones de toda mi familia, con la
que quiero compartir mesa para
celebrarlo en cuanto se haga la ocasión. El confinamiento tiene sus ventajas,
me he librado del frasco de colonia, calcetines, pañuelos, guantes y cinturón.
Mi hermano me recomienda que no use algunas colonias que detectan la edad, lo
cual en este tiempo es alto riesgo. No hay temor, desde hace años solo me pongo
en contadas ocasiones “Nanonal 2 “factor suave evidentemente. Pues uno no está
para alarde desprendiendo el aroma de las feromonas.
Las palmas sonaran dentro de un rato, la cosa está, según he
escuchado en la radio (la radio lo sabe todo) que si no se puede resistir el
fuerte tratamiento de choque para combatir
la infestación, puede que se pierda el turno asistencial. No me lo puedo
cree. (Lo ha dicho la radio) ( La radio nunca miente) A lavarme las manos, y a cenar. El decimonoveno
día terminará acabando sus horas, como siempre, hora continental una menos en
Canarias.
Sevilla a 2 de Abril de 2020
Francisco de Paula Rodríguez Estévez
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