El adn traía un helado repeluco en su interior capaz de
poner la carne de gallina, como la piel sensible, cuando se llega a leer en su
interior, en minúscula letra, que la creatividad en la gestión de las plazas
municipales, necesitan disponer de un
nuevo reglamento. Dice quien lo dice, por el momento anónima fuente del equipo
de gobierno, que con otros argumentos más actuales. Me lo temía, no es para
menos.
No cabe duda de que a
partir de entonces las plazas de abastos, tan abandonadas como amordazadas,
serán pues, con este nuevo reglamento, superficies comerciales altamente
competitivas. Cuestión de esperar. El repeluco, solo con la lectura de la tres líneas
del periódico gratuito, se hace pavor
Así pues libre los pasillos de cajas, las ventas prometen que
alcanzaran cotas inimaginables. Los beneficios, como el nuevo reglamento, harán
crear las condiciones para que estos singulares edificios, de propiedad
municipal, queden convertidos en emporios de riquezas para que dinamice todo el
tejido de la trama urbana de su área de influencia. ¡Toma ya! Sin duda estas tonterías son de temer, como
las cumplan.
Lo peor por el momento será lo del horario flexible, se explica cómo más
acorde con los nuevos hábitos de compras de aquellos clientes que tienen otras
opciones en sus preferencias, al que dicen se adaptará esta panacea de
artículos. Se sospecha jornada doble, mas es de imaginar que desde esta
izquierda de vanguardias y modernidades, se tendrá en cuenta los logros de los
trabajadores, en cuyo caso el mejor indicativo sería aplicar el horario que los servicios municipales establece, a
menos que con el nuevo reglamento se pretenda tener uno donde el descanso sea
imposible.
Basta saber que en muchos casos la jornada de trabajo de
los vendedores de mercado, no empieza en
horas de negociado, pues los negocios comienzan en las madrugadas para realizar
las compras, y acaban sobrepasando las tres de la tarde, con lo cual no están
los cuerpos para pedirles exigencias con obligaciones, que bastantes se tienen,
como para freírles con articulados que se hacen casi de capricho, más que de
eficacia.
Lo que no estaría de más, es que es se estudiara, antes de
que llegue el calor, en lugar de reglamentos, la posibilidad de bajar en algunos
grados la temperatura que hay que soportar bajo las horneantes chapas de la
provisionalidad en esa Encarnación de asbesto y despropósitos, so pena de que
cuando a un año vista, emerjan las phaloides amanitas, para engullir a los que
resistan, quede alguno sin asar.
Francisco Rodríguez Estévez
Sevilla 2 de Mayo de 2006
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