
Si no fuera porque lo viví en mis carnes, diría, que me
parecía mentira que existiera ese grado de desconocimiento generalizado de lo
que acontece en la Encarnación, a pesar de toda la información que este tema ha
tenido en los medios, a lo largo de tantos años, para que, incluso viendo el
enorme agujero perforándose de innumerables pilotes de hormigón, costara tanto
conseguir de los transeúnte del paso por el lugar, una firma solidaria para que
otra Encarnación sea posible.
Lo cierto es que, en
la mayoría de los casos, el viandante que observa la maquinaria agujereando el
solar, una vez que han retirados “esos cuatro ladrillos” de unas ruinas
antiguas, cree que lo que se está realizando allí es un aparcamiento
subterráneo, para una vez concluido edificar en superficie un gran mercado
moderno. Esa es la triste realidad.
Cuando se les informa la importancia cultural y patrimonial
de conservar aquello que quedó de la
Hispalis, además de su estudio, que el gran mercado se convertirá en una
extravagancia híbrida, puesto que será privatizado, y de tamaño reducido, con
lo cual, fuera de la competencia comercial, tendrá los días contados. Que la
plaza pública desnuda de toda arboleda. queda colocada en la azotea de esto que
puede llamarse epatante cubierta, y será privada, a conveniencia del inversor,
constructor, adjudicatario y concesionario. Que según el proyecto la cubierta
sobrepasa la altura de los edificios alterando la panorámica de la ski line, y qué
decir de la magnitud del costo del tal elemento disturbador en el centro de
nuestra ciudad que tiene la
participación municipal, es decir de todos, con la no desdeñable aportación de
la desafectación del edificio público de la actual Delegación de Hacienda, por
un periodo de cuarenta años, y un montante en metálico cercano a un tercio del
costo en principio previsto.
Apenas nadie daba crédito a la agotadora explicación,
sencillamente porque parece increíble. De nuevo la triste realidad. No obstante
el pequeño grupo que estuvo durante dos horas iniciando esta nueva campaña de
recogida de firmas, obtuvo algo más de doscientas, correspondientes a personas
que, con anterioridad, a pesar de la difusión de los medios, desconocían esta
amplia explicación directa, de boca a oreja, que resultó tan gratificante y
alentadora, como extenuante.
Muchos consideraban que lo importante era que el solar no
permaneciera así más tiempo, reconociendo el lamentable estado del mercado
provisional, y daban por bueno lo de la epatante cubierta, o incluso a
cualquier otra cosa. Lo que sea, pero ya. Desalentadoras conclusiones
ciudadanas, hacer lo que “sea”, cueste lo que cueste.
Algunos dudaban cuando se le cuestionaba lo de estación del
metro, y la resignación les atenazaba, que
le vamos a hacer, al igual que la mayoría mostraban indolencia ante el futuro
mercado dedalito y su botellodromo en la azotea. No será para tanto.
Solo los que demandan el gran aparcamiento, como solución de
progreso, continuaban abominando del pasado histórico, con el argumento de que
estos aparecen por todos lados a poco que se escarbe.
Gusto para todo, en dos horas, para darnos cuenta de al
menos dos cosas, que a pesar de tantos periódicos, se lee poco, y que en esta
ciudad se protesta más que se firma para evitarlo. Si no de que se iba a
hablar.
Sevilla a 21 de Octubre de 2005
Francisco Rodríguez Estévez
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