Se llama Encarnación, como la plaza, pero cambió su nombre
para volverlo a cambiar por culpa de una sentencia. Le decían la mala, pero era
buena, ingenua pero buena, algo carca, pero buena. Muy diferente de aquella
otra, la Sánchez como el doctor, que se hizo la gaviota en medio el parque,
porque tenia una alcachofa. Una quería cambiarlo todo, menos la alcachofa, la
otra no quería que cambiara nada, ni siquiera ella misma, como dejó en su
testamento musical.
La intérprete llego a ser súper venta con este pobre y
pegadizo numero musical, cuando los mismos que la encumbraron decidieron acabar
con sus sueños. Su madre la Seidedos, como las setas de la Encarnación, no tuvo
mas remedio que sacar el ladrillo del bolso, pues a la niña se le pasaba el arroz
y con la carrera artística finiquitada la cosa no era para menos. Muy duro debieron
de ser esos momentos de dejar de ser numero uno y peor, que tras el palo
recibido, no haberle hecho sitio al que tenia la muda hache intercalada, pues
seguro que al no saber el lenguaje de signos, se hubiera entendido con mimos;
como decía Sánchez. Pero el público es siempre cruel con sus ídolos.
Por eso en cercandanza del dictamen del respetable, parece
el momento de sacar los paraguas, si bien es posible que aparezca, como los
hongos con la humedad, alguna que otra extemporánea sombrilla, para el Sol de
cara, pues se vaticina que la que puede caer tiene la carita de la vocalista,
por lo que es recomendable sacar el mas grande, para que el píleo impermeabilizado
proteja de la tormenta que en estos caso se suele avecinar, a nada que los
hados no fueran tan favorables como la demoscopia.
En tal caso hay que consultar a un experto en ceraunomancia,
(persona que predice el futuro por medio de las tormentas) para saber si la desatada
con el uno y el dos, es cosa para que lo resuelva el tres. Conjetura del pontéelo,
quitalo.
No parece el caso, pero siempre es mejor que esté ojo
avizor, en esa ingrata tarea quien, como los bomberos en la ignición casual,
tan impecable hoja de servicios presenta.
Dado que no se trata
de un desalojo urgente por ruina, ni un desahucio asustaviejas, si no de
compartir la vivienda, como los niños en el divorcio, todo en quedará en quien paga
las facturas, y quien lava la ropa,
quien paga la comunidad y quien tiene el mando a distancia.
Como tampoco parece que se tratara de un achique por la
tromba inesperada, parece que todo queda en un conato de las conducciones
internas, que habría que renovar, como quien dice un ardor del reflujo, o un
golpe de testosterona propio de la andropausia, por lo que el tres no tiene
competencia en el problema de la pareja, cosa aparente, y en esta ocasión se
quedará sin la titularidad que gozaba, tal como
defensa lateral izquierdo canterano, de mucha proyección y carrilero, al
que le dejan el numero tres en el dorsal y que mantenga los entorchados de
tercer capitán de la plantilla, a nada que cambia el entrenador.
El padre del psicoanálisis, creía que el numero tres era un
numero erótico y llegó a proponerlo como el numero para designar al phalo, como
soñaba la del no cambié, pero lo mas seguro es que el tres, solo se meterá
donde le digan, por lo que es mas que posible que bastante tenga con mantenerse
firme.
Suele pasar que si el uno con el
dos, no colaboran para sumar, y no aportan nada en este pasional juego de
cremalleras, a nada que se vislumbrara en la embarazosa copula de intereses,
como dicen por el Caribe, “uniones fingidas, malas paridas” y también por la Alpujarra
“uniones forzadas mal folladas”, el tres, el phalo, se erigiría en su propio
priapismo para competir con el mismísimo Pelli, en cuanto a las medidas
insostenibles en caso de fuego, con manga suficiente.
De ahí que en repertorio del habanero Buena Vista club
Social, llamen a los bomberos para que apaguen
el fuego del cuarto de Tula, donde hay candela, que se quedó dormida y no apagó
la vela. Un número de tanto éxito debido sin duda al juego de palabras, el
cuarto, ya saben.
Lo malo es que los bomberos no tienen escaleras, ni mangas,
algunos ni ropa adecuada, para llevar eficazmente los trabajos de extinción a
partir de la planta ocho, que es el número cubano de la Encarnación, como la
buena. Mal asunto para esta que arde como Fénix, y resurgirá totalmente
cambiada convertida en PARApente, en lo deportivo, PARAdigma, como mercado,
PARAzotea, de la movida, PARApeto, como icono, PARAn’olvidar, y PARAsol en la sombra, total seis setas. Todo un long
play para que Rosa de España, si no consigue el número uno, o el dos, al menos
que le cambie la cara a Risto Mejide. Fueeeeeeeeego, más madera. Seguimos
igual.
Francisco Rodríguez Estévez
Sevilla a 25 de Enero de 2007
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