Debe de existir un código deontológico secreto que
determina, en algun apartado, que se encuentre, entre las obligaciones de un
político en el poder, que se precie de ello, aquello de realizar alguna
“ocurrencia” con el fin de estar en el “candelabro” de la opinión publica, a la
que sirve, y aprovechar la sinergia de la inauguración, bien para recibir el
fervoroso aplauso y los elogios de sus epígonos y de paso “chinchar” a sus
oponentes, para que estos, iracundos por la rabia de no haberlo evitado, les
lancen criticas enervadas, que luego, serán recicladas y devueltas en el
envoltorio de la ironía, con el sello de las vanguardias.
Puede que esto ocurra porque, en la política, se sabe que
todo irá “pa’lante” si enfrente no existe una sociedad civil que le pueda poner
freno a los caprichos. En esta callada mariana, uno de ellos puede ser, si Dios
no lo remedia,” lo de las setas”. Una inútil edificación, tan solo útil como
icono del poder, aplaudido y bendecido, al que nadie frontalmente hace ascos,
si bien puede causar risa en los corrillos como chiste micologico que, además
de caro, no resolverá ningún problema. Y es que, si no se construyen pronto los
dos prometidos y anunciados metros, (el de por abajo y el de por arriba), poco
puede solucionar una cubierta, cuya sombra incluso se puede cuestionar,
especialmente en los días soleados del crudo invierno.
Pero eso no es lo peor, ni tan siquiera, siendo grave, el
jibarismo que pretenden hacerle a su mercado municipal, ni lo del botellodromo
en la azotea, menos de que se olvide la energía solar, ni que se inventen
locales, y para nada que a la fecha no se sepa que materiales serán utilizados,
(cobre, aluminio, madera) en la epatante cubierta, y que mas puede dar que se
privatice todo lo que resulte y el edificio municipal que entra en el lote, lo
peor de todo es que estamos a menos de dos años vista y tendrá que buscarse,
incluso de bajo de las piedras, (sic), para encontrar el dinero necesario para
recomponer ese barrio hispalense, y su museo pueda, para el mágico dos mil
siete, inaugurarse.
Francisco Rodríguez Estévez
-Sevilla,19-10-05
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