Si segundas partes, nunca fueron buenas, un posible
encuentro con la tercera debe tener unos efectos demoledores.
Cuando aquel santero cubano me predijo en el 92, del pasado
siglo, que lo de la Encarnación estaba marcado por el ocho, número que
significa la Patrona, en aquel caso la Caridad del cobre, y en este que la
Encarnación es una esclavitud, sería la Esperanza, ocho advocaciones que se
veneran en esta ciudad, y el otro significado de este número, en la santería
cubana es la resucitación de lo muerto, de lo olvidado, del pasado, con lo cual
solo el octavo poder, en el año ocho, tendría las soluciones para estos
comerciantes que llevaran sufriéndolo 35 años, que suma ocho, y serán
generosamente resarcidos.
Esta descripción del futuro fue efectuada por una persona a
la que solo vi en tres ocasiones, tres días distintos, que no me conocía de
nada, hace la friolera de diecisiete años, que suma ocho, como que está tomando
cuerpo, en este 2006, que marca el mismo resultado.
Es pura coincidencia, igual que, el parador de la
Encarnación, en cuyo solar está situado el provisional, favela, bindoville, y
chabolismo comercial, fuera el número ocho de la Plaza de su nombre, al igual
que las calles interiores sean ocho, y también que ocho sean las calles
adyacentes.
El cabalismo de este
lío del ocho, como madeja criptográfica, de flor con dos pétalos, dos opciones,
si y no, no y sí, desvelaba el misterio.
Así pues será una esperanza de futuro para los 62, que suma
ocho, comerciantes que quedan, al saber que el tiempo se acerca cuando contando
los dos presidentes de honor, un Almirante y un Alcalde, el próximo que salga
electo será también el que haga el numero ocho.
Aquel hombre de ébano, de mirada enigmática que casi causaba
miedo, vestido totalmente de blanco, de cabeza a los pies, con una negritud
brillante, como no se pueden imaginar, hace casi dieciocho años, vaticinó que
la resucitación, como una segunda parte, aunque nunca fueron buenas, del octavo
poder, que si es el del consistorio, advirtiendo que también seria el octavo,
puede hacer cumplir su predicción.
De ocho letras, ¿Rainauld? (8) Segundo intento, ¿Becerril?
(8), Segunda parte. Tal vez tercera ¡Vete a saber!.
En mi no existirá la duda de que seguimos estando en manos
de las patronas, Encarnación y Esperanza, y de lo que pudieron aportar cuantos
placeros se fueron, en todos estos años de olvido, para pregonar sus mercancías
en la mejor de las plazas.
Con lo cual aquel santero, sabía lo que decía, y solo
tenemos que esperar. A decir verdad me aconsejó que me fuera, que allí
literalmente me dijo que había mucha muerte, y poco futuro. Por suerte me dejo
un talismán.
Francisco Rodríguez Estévez
Sevilla a 19 de Junio de 2006
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