miércoles, 17 de septiembre de 2014

Ocho letras

Si segundas partes, nunca fueron buenas, un posible encuentro con la tercera debe tener unos efectos demoledores.
Cuando aquel santero cubano me predijo en el 92, del pasado siglo, que lo de la Encarnación estaba marcado por el ocho, número que significa la Patrona, en aquel caso la Caridad del cobre, y en este que la Encarnación es una esclavitud, sería la Esperanza, ocho advocaciones que se veneran en esta ciudad, y el otro significado de este número, en la santería cubana es la resucitación de lo muerto, de lo olvidado, del pasado, con lo cual solo el octavo poder, en el año ocho, tendría las soluciones para estos comerciantes que llevaran sufriéndolo 35 años, que suma ocho, y serán generosamente resarcidos.
Esta descripción del futuro fue efectuada por una persona a la que solo vi en tres ocasiones, tres días distintos, que no me conocía de nada, hace la friolera de diecisiete años, que suma ocho, como que está tomando cuerpo, en este 2006, que marca el mismo resultado.
Es pura coincidencia, igual que, el parador de la Encarnación, en cuyo solar está situado el provisional, favela, bindoville, y chabolismo comercial, fuera el número ocho de la Plaza de su nombre, al igual que las calles interiores sean ocho, y también que ocho sean las calles adyacentes.
El cabalismo  de este lío del ocho, como madeja criptográfica, de flor con dos pétalos, dos opciones, si y no, no y sí, desvelaba el misterio.
Así pues será una esperanza de futuro para los 62, que suma ocho, comerciantes que quedan, al saber que el tiempo se acerca cuando contando los dos presidentes de honor, un Almirante y un Alcalde, el próximo que salga electo será también el que haga el numero ocho.
Aquel hombre de ébano, de mirada enigmática que casi causaba miedo, vestido totalmente de blanco, de cabeza a los pies, con una negritud brillante, como no se pueden imaginar, hace casi dieciocho años, vaticinó que la resucitación, como una segunda parte, aunque nunca fueron buenas, del octavo poder, que si es el del consistorio, advirtiendo que también seria el octavo, puede hacer cumplir su predicción.
De ocho letras, ¿Rainauld? (8) Segundo intento, ¿Becerril? (8), Segunda parte. Tal vez tercera ¡Vete a saber!.
En mi no existirá la duda de que seguimos estando en manos de las patronas, Encarnación y Esperanza, y de lo que pudieron aportar cuantos placeros se fueron, en todos estos años de olvido, para pregonar sus mercancías en la mejor de las plazas.
Con lo cual aquel santero, sabía lo que decía, y solo tenemos que esperar. A decir verdad me aconsejó que me fuera, que allí literalmente me dijo que había mucha muerte, y poco futuro. Por suerte me dejo un talismán.
Francisco Rodríguez Estévez

Sevilla a 19 de Junio de 2006

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