miércoles, 17 de septiembre de 2014

Hotel de los Milagros

Eso me ha pasado por fiarme. Resulta que no será el del gato, ¡zape!, que tanto juego me hubiera dado, como creí era, cuando lo leí en un medio eso del año chino, y que resultó ser una falsa información, pues como que eso de los años de animales, coge un poco lejos de esta ciudad de las personas, si bien la globalización etnográfica y las comunicaciones hace que estemos cada vez más cerca.
Resulta que a través de Internet, llego a enterarme que el año empezado de 2007, para los chinos, es el del cerdo, ampliando su veraz información, calificándolo de año de abundancia.
Como si no, podría ser este que ofrece sus perniles, sus embuchados, morcones, y paletillas que tanta alegría causa en casa del pobre, si bien estas exquisiteces que aprietan sus carnes con los fríos de la sierra, pueden ser, con todo el respeto para los que la evitan, algo que por sus razones, les pueda parecer abominable.
De hecho, casi todos tenemos, sin que parezca raro, algunas comidas a las que hacemos asco, aun sabiendo el hambre que existe en el mundo, y que nos resulta imposible tragar.
Aquí encajaría lo de las setas, pero no es esta la historia, pues quería contarles lo del hotel de los Milagros, ese hotel que se construirá según proyecto, según bases, en el edificio municipal desafectado, donde están las oficinas de recaudación y la Delegación de Hacienda, y al que llamo milagro, sencillamente porque en el encaje de bolillos financiero realizado, por quien fuera delfin, y salió cazon, para formar parte de la dote que aporta el consistorio en “especies” para este enlace con el concesionario para que realice el milagro aleman, si bien el milagro seria que no hubiera milagro, pero tampoco iba esta de eso. Resulta, que llegue a sintonizar una cadena de documentales en el momento que se estaba emitiendo el documental de una ciudad, que desconozco, pues ya había empezado, donde nada me era extraño, parecía que hubiera sido filmado en esta, de no ser por la indumentaria de chilaba y mantos que exhibían sus vecinos , y vecinas, además de vender los pollos vivos en el mercado, precioso mercado, atiborrado de mercancías y especias, y por el cromatismo azul de sus fachadas, que por lo demás casi no había diferencias.
Por la luz de esta, el color de su cielo, y la apreciación del calor en los turistas, debe de estar en un cercano paralelo mediterráneo del continente africano. El documental muestra su pasado, también como el nuestro, de colonia del Imperio, antes de Cristo, por la cantidad de mosaicos que estos dejaron, tal como en esta Hispalis descubierta, al menos hasta que los del menguante llegaron a Barbate, antes de Franco, después de Cristo, para quedarse cinco siglos haciendo además de torres para unos, babuchas para todos.
En aquella ciudad, que aun conserva su pasado, el uso de las pantuflas, y un gorrito de origen español, según se traducía las palabras de un importante artesano de estas boinillas de paño, viven del turismo, como única industria, por lo cual aquello está montado como un parque temático, donde sus principales barrios les sirven de soporte, los hay de corte europeo, si bien el mas importante tratan de que tenga las reminiscencia de un aun llorado Al Andalus, que tanto gusta a la clientela, y que por el cosmopolitismo, en las imágenes, si acaso recuerda a una Marbella sin yates.
Pues resulta que a este céntrico barrio, es una pena que haya perdido el papel donde anotaba los datos, le llaman algo así como “Otrongo”, tal cual suena, por eso lo apunté, por lo de seta, y significa sitio de compras. ¡No te digo, Salinas!
Bueno, pues justo frente a Otrongo, existe un barrio de judíos, con sus tiendas, en las que comercian y viven, y que el traductor, dice que se llama Encarnación. No podía ser, casi me da un vuelco la silla mirando para ver si aquello podía ser esta ciudad, que aun mantiene una identidad a pesar de la arquitectura global, en lo que cada vez se parecen mas, como clones de otras, las ciudades.
Con la imagen de una playa casi desierta, donde los turistas tuestan sus pieles, y las bañistas llevan el tanga debajo del boatiné que usan para mojarse las rodillas, al loro de los niños, mientras el pariente se pone rucho, con el agua al cuello mirando a las teutonas, desapareció el desasosiego causado por tanta coincidencia.
Pero no acaba la cosa aquí, no me creerán si les digo que en aquella Encarnación, barrio de mercaderes, existe desde hace siglos un lugar de culto que tiene un extraño nombre pero que tradujeron su significado “Los milagros también existen”. A ver como llamo al hotel ahora.
Francisco Rodríguez Estévez

Sevilla a 3 de Enero de 2007

No hay comentarios: