jueves, 18 de septiembre de 2014

Despertares

La Encarnación, madre y maestra, paradigma del desacierto y del olvido ciudadano, al menos tuvo a bien marcar las pautas para recuperar tanto al mercado de la Feria, como al de Triana, a fin de que estos no sufrieran las circunstancias en las que después de treinta y tres años aun se encuentra inmersa.
La Encarnación, absurdo vacío, bastión de negligencias, de inoperancia, también sufrió la tala de sus acacias, acción despiadada que paso inadvertida pero que marcaron ese camino verde, como el que va a la ermita, para crear la sensibilidad de los ciudadanos que ahora reclaman, tras el estropicio, la defensa de sus ecológicas sombras deplorando la que puede ofrecer parasoles de cobre, y lonetas sobre las catenarias. Pero la responsabilidad no se quiere enterar, ye, ye.
La Encarnación, perla de la Hispalis, admirada joya desplazada en cajones, vaso de la ineptitud de ayer, de hoy, y de seguir así de siempre, tuvo a bien guardar en sus entrañas tanta historia, ( cuatro piedras se llegó a decir), que llenó las escombreras con su pasado y con el “in situ”, los almacenes, para crear una conciencia que permita conservar una fuentecita cerámica del XVI, en buen estado, cuando en doloroso parto perdió las innumerables que llevaba en su interior de Isbiliya.
La Encarnación, nudo de comunicaciones, puerta, puerto, estación y aeropuerto, broma del chaqué, dejara de ser, ante la ausencia de la terminal de un metro imposible y de un tranvía llamado deseo, (guillotinado el mega-aparcamiento de otro sueño del seductor), junto con la irracional peatonalización, llevaran a Osario a los posibles clientes, alejándolos del epicentro de la movilidad, para que quede convertido en el mas desolado de las centros comerciales.
La Encarnación, donde el nuevo adjudicatario acelera el proceso micologico mientras pierde puntos en las cotizaciones, entra de nuevo en ese “ya no hay quien lo pare”, que tantas veces se detuvo, para izar a como sea ese nuevo icono, parasoles que en otro lugar serán solo ideas de arquitecto, y en la plaza del Pan se instala mobiliario urbano de capricho, de risa, de pena, de horror, de sueño. ¿Cuándo llegaran los despertares?.
Francisco Rodríguez Estévez

Sevilla, 25 de Mayo de 2006

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