miércoles, 24 de septiembre de 2014


La losa

Pensaba que no había nada que pudiera correr más que el tiempo, ese que vuela y  nos trae siempre en adviento a la Encarnación, pero por lo que se puede ver, en la Encarnación, estás que vuela lo de las setas, por mas que cueste imaginar como se las apañaran para poder cumplir el plazo que en velocidad de escalofrío se tiene autoimpuesto. De todas formas cuesta creer que en Enero, como quien dice ya, tal como la pancarta reivindicativa de hace algo mas de un lustro, aquello se pueda llenar de mas sombras.
De ocurrir, en Febrero la buscará el perro, pero otra cosa será lo de la gran losa. En la prensa escrita se pudo leer, la losa del mercado. Tal vez porque eso le pudiera parecer a la responsabilidad, que el mercado es una losa, y lo de emblematico una palabra.
Acaso nunca tanto acierto en tanto error, pues la gran losa a la que se refiere el declarante, nada menos que tiene que cubrir, e incluso tapar, todo el vacío del enorme solar, y que por lo tanto resultará ser el techo que cubra todo el antiquarium, inexcavado de la Hispalis, lo que no quita que a la “misma vez” esta sea el suelo de la insólita zona de esparcimiento urbano con mercado dedalitos incorporado, con sus escalinatas y rampas de subida a la azotea de esparcimiento juvenil, hasta que quede autorizada como botellodromo, para que todo quede sostenible, y no quede en el aire.
La gran losa, la que llaman del mercado, es otra cosa que no tiene ni ferraya, ni cemento, esa losa será de euros puros y duros, que no caerán en balde si no que recaerán en los vendedores del mercadito por el costo de la utilización de los espacios que el inversionista disponga para cada uno de los cuarenta  cuartos de los diez troncos de conos previstos para la armotización de la financiación y sus legítimos intereses.
¿Dónde radicará el misterios de los números para que estos salgan?. Dado que solo se dispones de pocos elementos que generen los beneficios para soportar la inversión,  un antiquarium, unos locales, el mercado dedalitos y unos locales comerciales, a esto añadase el inmueble desafectado y súmenle los costos para ponerle en explotación, y como que cuesta. Pero, como se le puede poner precio a un icono de esa magnitud, sesenta y ocho millones no es nada, veinte años tampoco, ni tan siquiera los treinta y cuatro provisionales, si alcanzamos a ver ese templo de la penumbra, aunque solo sea para no olvidarle nunca cuando pisemos la gran losa.

Francisco Rodríguez Estevez
Sevilla a 13 de Diciembre de 2006

 Santa Lucia   

No hay comentarios: