El silencio de los placeros
Debe de ser como un residual que aún queda de los tiempos de
los miedos, lastimosamente este silencio
que se hace en lo de la Encarnación llega a ser algo insoportable.
Cierto es que los placeros ganaron más estando callados, sin ir más lejos en el tiempo de cuando la administración municipal, poco antes de que pensara setas, ya sabéis, lo de las setas para lo de la Encarnación, que atendiendo la afinidad existente con los palmeros propició en beneficio de estos, nada mas y nada menos que dejar sin efecto los pagos de las tasas municipales, y además, regalaba graciosamente el pago mensual del alquiler del solar que ocupaba el provisional, aquello que los placeros tenían desde los tiempos de Franco, como plaza municipal, evidentemente a cambio de silencio.
Cierto es que los placeros ganaron más estando callados, sin ir más lejos en el tiempo de cuando la administración municipal, poco antes de que pensara setas, ya sabéis, lo de las setas para lo de la Encarnación, que atendiendo la afinidad existente con los palmeros propició en beneficio de estos, nada mas y nada menos que dejar sin efecto los pagos de las tasas municipales, y además, regalaba graciosamente el pago mensual del alquiler del solar que ocupaba el provisional, aquello que los placeros tenían desde los tiempos de Franco, como plaza municipal, evidentemente a cambio de silencio.
¡Cuánto vale el silencio! Durante los años del doctor, existía un acuerdo
no escrito de no beligerancia, es decir nada de bullas ni pancartas por el
momento, a menos que este silencio, de
romperse, ocasionaría no solo perder la regalía municipal, y también , llevaría
el susto de la amenaza de no hacer nada en el solar de la vergüenza, cosa que ya se intuía podía haber
hecho la anterior alcaldesa, señora que no estaba por la labor de recuperar el mercado
de la Encarnación, ni de broma, en los tiempos del Concejal García. Garcia el de
la Encarnación.
García, también concejal, como aquel que dimitió en los
tiempos del diu, e igual al que los idus le tiraron el "chocito". García como el
contador de caracoles, García como el edil del primer Ayuntamiento democrático,
al que le decíamos "el bajo".
Bueno, pues este García, comprometido con los palmeros de la Encarnación, antes placeros, en un alarde de buen conseguidor tuvo a bien, y con cargo satélite de ir y venir, una vez comprobado que lo de las setas iba lento, decidió insuflar con su ingenio y su amistad con el doctor, la idea de acabar aquello de la Encarnación, como fuera.
Bueno, pues este García, comprometido con los palmeros de la Encarnación, antes placeros, en un alarde de buen conseguidor tuvo a bien, y con cargo satélite de ir y venir, una vez comprobado que lo de las setas iba lento, decidió insuflar con su ingenio y su amistad con el doctor, la idea de acabar aquello de la Encarnación, como fuera.
Zoido, candidato, y en la oposición, tenía otros argumentos,
y Jurgen Mayer, fuera del juego, y una vez cobrado el montante que le
faltaba, gracias al voto de calidad, como
que el resultado de la plaza de abastos empezó a ser cuenta de otros, y así García,
a petición de los palmeros, tuvo a bien conseguir que los callados placeros pudieran
decir algo sobre el equipamiento de lo que sería su plaza municipal, (llegado
este punto pueden reírse).
Y entonces, ¡zas!, se cambió el acero inoxidable por la formica amarillo, y apareció el granito poroso en el suelo, desaconsejable por su mala limpieza, y la extraña distribución del laberinto con sus treinta u seis columnas que le daban una diafanidad tan esperpéntica que
ni con una recomendación del mismísimo director
de la Bauhaus, ese tío aprobaría el primer año de carrera.
Lo mejor vino luego, cuando se tuvieron que rectificar los
mostradores de un acero inoxidable que se oxida, por algo tan inexplicable que
se tomaran mal las medidas por parte de un sinfín de técnicos, los de la
concesionaria, de la administración, de la instaladora, e incluso del propio
fabricante, casi de risa.
Después nos enteramos del montante que había supuesto aquello de las instalaciones, según las cuentas publicadas por Sacyr, y ratificadas por el propio Ayuntamiento de Sevilla, y el Secretario municipal indicaba se buscaran los responsables de este injustificado proceder, que la partida llego a esos 4.400.000 euros imposibles de creer en semejante materiales, lo que hace que en cada puesto de la Encarnación dicen que se emplearon 18.000.000 de las antiguas pesetas. Pueden reírse.
Después nos enteramos del montante que había supuesto aquello de las instalaciones, según las cuentas publicadas por Sacyr, y ratificadas por el propio Ayuntamiento de Sevilla, y el Secretario municipal indicaba se buscaran los responsables de este injustificado proceder, que la partida llego a esos 4.400.000 euros imposibles de creer en semejante materiales, lo que hace que en cada puesto de la Encarnación dicen que se emplearon 18.000.000 de las antiguas pesetas. Pueden reírse.
Con este equipamiento, y esta vanguardia transgresora que como pago del
silencio les había sido concedida a los silentes palmeros, la lógica hacía
pensar que cuando llegara el momento de la jubilación, la morterá pagaría todo lo sufrido bajos las chapas,
pues ni eso.
Resultó que el contrato por indefinición hace que nadie sepa de quien es la laberíntica plaza municipalizada, ni como pueden coexistir diferentes tipos de contratos según sea con la concesionaria, exentos de otros pagos, o de la llamada Cooperativa, (obsoleta organización sin razón de permanecer desde que se cumplieron los objetivos estatutarios, de acuerdo con la Ley de Cooperativas) colmatada de gastos.
Resultó que el contrato por indefinición hace que nadie sepa de quien es la laberíntica plaza municipalizada, ni como pueden coexistir diferentes tipos de contratos según sea con la concesionaria, exentos de otros pagos, o de la llamada Cooperativa, (obsoleta organización sin razón de permanecer desde que se cumplieron los objetivos estatutarios, de acuerdo con la Ley de Cooperativas) colmatada de gastos.
Es verdad que el silencio de los placeros facilita las cosas tanto a la responsabilidad como a la irresponsabilidad, pero al menos parece que por esta vez los palmeros van cogiendo otro compás, lo mismo sacan la oficina del cuarto de circuitos eléctricos, y mira por donde le ahorra trabajo a la comercializadora, y devuelve la armonía al conjunto. Los corderos guardaran para siempre silencio.
Sevilla a 9 d Septiembre de 2014
Francisco Rodríguez Estévez
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