viernes, 26 de septiembre de 2014

Macellarius

Cuando dejó de ser poco mas que un pantanal, le convirtieron en lo que ahora llamaríamos un polígono, hasta que la recalificación le cambió de uso. La nueva zona residencial posiblemente tuvo que ser abandonada por los desahucios de asustaviejas, permitiendo a una creciente inmigración adecuar a su estilo de vida las nuevas viviendas, hasta que fueron expulsados por nuevas reglamentaciones.
A nada, con los nobles títulos obtenidos en la operación y los dineros que trajeron las corrientes y los vientos, los blasones se asentaron junto con la iglesia redentora, hasta que el rencor del francés ordeno dejar aquello en la nada, antes de salir de najas, momento que es aprovechado por los vendedores para ocuparlo, hasta que con el engaño, fueran desposeídos de los derechos adquiridos.
Ahora, el enorme hueco que tuvo de todo, espera ser colmatado, cuando en el vacío no le queda nada.
No se si sabrán que allí solo ha quedado todo el hierro y cemento que incrustaron, donde hubo tantos ladrillos de esos que ya no se fabrican. 
Tampoco si se percataron que no queda tierra alguna de aquellos jardines, donde el jazmín y el arrayán enraizaba para perfumar los patios que ya ni se proyectan.
Tal vez no advirtieron que, mezclada con ellas, también fue retirada la de las fértiles huertas que en sus lomos, bajo el abrigo del cítrico y del frutal, crecieron en cultivo sostenible y ecológico variedades vegetales que llenaron alacenas con sus olores, y de sabor, para hacerlas arte en las “culinas”, sin necesidad de glutamatos y saborizantes.
En la dureza del armado hormigón, le resultará imposible imaginar donde quedaban los pozos, norias y fuentes que llenaban los aljibes de cristalina agua que era refrescada en ánforas y botijos y abastecía  acequias y albercas para el baño placentero en la tórrida canícula.
Tampoco verán en la nada, la invisible vida en oración, alejada del mundo, recogida en el olvido del beaterio, la clausura del oratorio de latines perdidos como lengua, de la que no cabe en el móvil (del delito) actualmente.
En la planicie de la oquedad , cóncavo paralelogramo, coseno del vacío sin nada dentro, donde ni el recuerdo infinito, aunque permanezca, le devolverá su contenido, todos buscaran injustificables motivos como para perder el valor de tantos iconos con historia, por la de un emblema tan efímero y costoso, como aquel que una chispa le convirtió en especulativo solar.

FRE. Sevilla 25 de Marzo de 2006

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