
Cuando dejó de ser poco
mas que un pantanal, le convirtieron en lo que ahora llamaríamos un polígono,
hasta que la recalificación le cambió de uso. La nueva zona residencial
posiblemente tuvo que ser abandonada por los desahucios de asustaviejas,
permitiendo a una creciente inmigración adecuar a su estilo de vida las nuevas
viviendas, hasta que fueron expulsados por nuevas reglamentaciones.
A nada, con los nobles
títulos obtenidos en la operación y los dineros que trajeron las corrientes y
los vientos, los blasones se asentaron junto con la iglesia redentora, hasta
que el rencor del francés ordeno dejar aquello en la nada, antes de salir de
najas, momento que es aprovechado por los vendedores para ocuparlo, hasta que
con el engaño, fueran desposeídos de los derechos adquiridos.
Ahora, el enorme
hueco que tuvo de todo, espera ser colmatado, cuando en el vacío no le queda
nada.
No se si sabrán que allí
solo ha quedado todo el hierro y cemento que incrustaron, donde hubo tantos
ladrillos de esos que ya no se fabrican.
Tampoco si se percataron que no queda
tierra alguna de aquellos jardines, donde el jazmín y el arrayán enraizaba para
perfumar los patios que ya ni se proyectan.
Tal vez no advirtieron
que, mezclada con ellas, también fue retirada la de las fértiles huertas que en
sus lomos, bajo el abrigo del cítrico y del frutal, crecieron en cultivo
sostenible y ecológico variedades vegetales que llenaron alacenas con sus
olores, y de sabor, para hacerlas arte en las “culinas”, sin necesidad de glutamatos
y saborizantes.
En la dureza del armado
hormigón, le resultará imposible imaginar donde quedaban los pozos, norias y
fuentes que llenaban los aljibes de cristalina agua que era refrescada en
ánforas y botijos y abastecía acequias y
albercas para el baño placentero en la tórrida canícula.
Tampoco verán en la
nada, la invisible vida en oración, alejada del mundo, recogida en el olvido
del beaterio, la clausura del oratorio de latines perdidos como lengua, de la
que no cabe en el móvil (del delito) actualmente.
En la planicie de la
oquedad , cóncavo paralelogramo, coseno del vacío sin nada dentro, donde ni el
recuerdo infinito, aunque permanezca, le devolverá su contenido, todos buscaran
injustificables motivos como para perder el valor de tantos iconos con
historia, por la de un emblema tan efímero y costoso, como aquel que una chispa
le convirtió en especulativo solar.
FRE. Sevilla 25 de Marzo
de 2006
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