Hace varios días que no escribo, y más que por falta de ganas,
realizo un ejercicio de prudencia, pues la cosa viene mal dada a pesar de los
avisos. Ha sido una suerte encontrar la caja de disquetes, pues ha sido lo que ha
evitado que utilizara palabras de la lengua española, lo bastante gruesas, que
parecería que estaba enojado, y no estoy por darle el gusto, de momento, a
nadie.
Debe de ser que de ver tantos programas, incluidas las
noticias, que se acaba creyendo que cuando un abogado se hace cargo del asunto
de su cliente, aquel debe de poner todo su empeño en la defensa de los
intereses de su patrocinado, el que le paga, pues mira que cosa, ni para eso
tenemos esa suerte en lo de la Encarnación de dos responsabilidades, y tres
gastos, y resulta que en la aplicación del conocimiento jurídico de quien debe
de argumentar los derechos, incluso si no los tuviera, de su cliente, pues que
les cuento si sucede lo contrario.
Tenía tanto inconformismo en la cabeza, que no dejaba de
rondar en la visita que me ha hecho el responsable de la concesionaria, pues aparte
de volverme a decir que aquello es del Ayuntamiento, y que no puede hacer nada,
ni tan siquiera en lo de la puerta, que ni me explico cómo puede, no solo disponer
de los puestos que no paga ni el canon de ocupación como el resto, y es más, se
permite llevar a cabo un alquiler, y hace en el ámbito privado lo que
corresponde a la responsabilidad municipal y autoriza a llevar un cambio de
especies, precisamente por aquella que está sobradamente abastecida. La responsabilidad que ha tenido el detalle de
visitarme, además de reiterar que aquello es del Ayuntamiento, para colmatar me
dice que confiemos, ¿confiar qué?, que
solo se trate de probar, probar, ¿Qué.
Así pues visto que el cafelito con Juan Ignacio no se
produce, que la broma del estor, de Gregorio Serrano, es de puro cachondeo, que
la asesoría jurídica, no advierte mis posibles derechos para defenderlos, si la
Delegada de casco antiguo no hace ninguna reclamación a las deficiencias del edificio
municipal, y el Delegado Juan García,
persona que por su movilidad reducida debería de implicarse en lo de la Encarnación
para que cumpla con la Ley de Accesibilidad y ni aparece, si el Delegado de
Urbanismo Sr. Vilches, permite tantas deficiencias en edificio público al menos
debería de comprobar cómo obtuvo el visado del colegio de Arquitectos cuando ni
por error colocaron debidamente las puertas. Así seguiría pero se hace difícil continuar,
y no solo por lo del dedo.
Sera muy difícil que como no rectifiquen, me lleve a
permanecer por más tiempo en este lugar que se hace inhóspito si después de
cuatro años, con dos robos de pequeña monta, un atraco, dos accidentes
laborales, un expediente en la Cooperativa, un apercibimiento de la Delegación
de Consumo, una puerta inexistente, un traspaso imposible, un café por tomar, y
si encima el Gerente de la Concesionaria te dice que no puede hacer nada, que
aquello es municipal, ya me dirán entonces, si el aparcamiento es municipal, si
la cota menos uno es mercado, si la sinuosa calle es zona común, si el bar de
copas era una vía publica, si las fotovoltaicas era un invento, si la Ley de
Patrimonio, un cachondeo, y el Reglamento de mercado para aplicar lo que
convenga, incluida la mordida, por todo ello, y mas, posiblemente a primero de
año lo mismo ya no me impregna de su ponzoñoso bajío, mal bajío, el bicho que
cada mañana me saluda, lo que no quita que pueda seguir intentando que esta Encarnación
por más que me sería imposible que me resultara ajena, pueda permanecer al menos
por una provisionalidad, aun reconociendo que de seguir así tendrá, como ahora
pienso tener, los días contados.
Hoy las punzadas del dedo me hacen pensar que tengo algo de
fiebre, mañana estaré mejor, y además aun tengo disquetes.
Sevilla a 17 de Septiembre de 2014
Francisco Rodríguez Estévez
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