martes, 26 de octubre de 2010

Pobre hombre

Vencido

Algo de perverso había en las palabras de quien intentaba justificar como una victoria, no se muy bien de quien, lo que estaba aconteciendo con las prisas políticas en lo de la Encarnación. (Te convences, de que has perdido). Que podría significar para el pobre hombre eso de perder, y que se le infundiría ganar. ¡Vete a saber!
Pudiera pensar, en sus cortas luces, que por lo de las llaves y su parafernalia fotografica, por el discurso de la cardo maximum, y el anuncio de la inminente inauguración de aquello, porque siendo para algunos un icono, ese proyecto tambien se ha llamado emblemático, el de las maderas, el que era imposible, el que se tuvo que modificar tanto, que por distinto, ni se parece en nada a la idea premiada, que habia llegado el momento para su jubilo, que el pobre hombre, acaso se sintiera vencedor.
El proyecto transgresor, el que acoge en sus sombras un pequeño mercado, tan destartalado como ridículo, que en su interior hasta se puede sentir vergüenza de llamar a eso emblemático, icono, y otras zarandajas, más viendo, aunque sea por Internet, los mercados de Cádiz, de Huelva, de Málaga, por no citar a los mejores referentes de Barcelona la Boqueria y Santa Catarina, Maravilla de Madrid, y el Central de Valencia.
Este de Sevilla, del centro de Sevilla, que perdió el Metropol, argumento ponderado en la valoración del jurado, que solo quedó en un parasol enorme e inútil, generador de la gran sombra, y en la descomunal azotea botellodromo, para eventos juveniles.
Definitivamente no se sabe quien ganó en esa partida en la que todos fuimos vencidos, tampoco quien perdió tanto, ni que pocos ganaron tanto. De lo de la Encarnación apenas se sabe nada, y quien sabe mucho no dice nada. (Más le vale)
Así es como dicen que se escribe la historia, acción-error, y eso, es algo que naturalmente siempre le corresponde a los ganadores.
Pero, en este caso, será el futuro quien determine a los vencidos. Pues si raro resultaba vencer en esta contienda, para ser perdedor, mas increíble resultaba que fuera el vencido, quien se pudiera llevar el gato al agua.
Sin duda los vencidos lo fueron por los silencios de su propia indolencia, en eso siempre es algo que en la “callada” ganamos, especialmente para que durante muchos años se viva lamentando el disparate que, naturalmente “otros” cometieron, por más que sepamos que muchos otros también estuvieron allí, mirando, y a la expectativa, comedido en los corrillos, y ligeramente indignados, viendo crecer aquello, al tiempo de lanzar una insignificante protesta enmascarada con una leve sonrisa. La Encarnación evidentemente ha vencido al silencio, no hay más que verla, y aunque todos perdimos algo, con esto de la Encarnación, también es justo decir, y así quedará escrito, que por fortuna no todos perdimos la palabra.
Sevilla a 26 de Octubre de 2010
Francisco Rodríguez Estévez

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