jueves, 28 de octubre de 2010

Las ruinas,

El misterio

Todo se va ha revelar casi de inmediato. Será una rosa, será un clavel en el mes de Mayo te lo diré.
El contador de turistas, para entonces le tienen previsto echar humo, en un intento de hacer bueno algún numero en lo de la Encarnación, o cuando menos aproximado. Si el vice-alcalde, los tenia en su cuadrante de “caralibro”, todo pasaba por ahorrar en las fotovoltaicas, eliminar puestos del mercado, crear unos locales( naturalmente destinados solo a primeras marcas), establecer las tarifas del metro en la estación Metropol, realizar el nudo de intercomunicaciones de autobuses, a lo que el Sr. Sánchez añadió lo del metro centro, (un detalle) cuando solo era una ocurrencia, y con los cálculos de los eventos juveniles y la subida al restaurante, lo de las ruinas, tenia que generar cuatro mil visitas. Afortunadamente se marchó, cosa que sigue siendo un misterio, por las diferencias gastronomicas, que no astronauticas, entre la frugal dieta del profesor, y las pantagruélicas que gastaba su cancerbero. Por que tenía cancerbero.
Con el delfín cosa de animales, tres cuantos de lo mismo, cosa de mamíferos, la fabula de Esopo toma cuerpo, y entre el león y el ratón y la gallina de los huevos de oro, era imposible permanecer por mas tiempo en lo imposible. Más madera.
Era cosa definitiva acabar aquello, y con mayestática aparición el que tenia que venir, vino a lo de la Encarnación, y ni se imagináis como puede quedar aquello, lo del restaurante en altura, parece que no tiene quien le meta mano, y el que puede interesarle espera que vuelva el tío Paco con las rebajas.
La plaza de eventos, el botellodromo, con sus tres megas escaleras, su rampa y otros vomitorios, estarán aguardando al sábado noche para que sea utilizada, incluso de "meaero". A la panorámica vista, de la epatante cubierta, desesperadamente buscan un seguro de corto presupuesto, aunque nadie puede cruzar el puente de la seta cinco a la seta seis, por fallos técnicos, que una vez se inaugure lo mismo encuentra, si buscan el fallo, y al jurado internacional.
Sobre el techo del gran restaurante, una vez que se fue el primero, el ocurrente, el profesor, el económico, el esotérico, el que eliminó los paneles solares, pues lo mismo los coloca a menos que quieran ver como la factura de la luz, en lugar de crear riquezas hace un agujero negro.
Pero el publico, sin localizar a las tiendas que les asombren con su fashion la sinuosa calle cubierta, avenida de la indigencia, encontraran que la ocurrencia a dejado de ser un misterio, y por cuenta ajena, que no propia con ese dinero que no es de nadie, llevaran a las ruinas de la Encarnación para su admiración el tesoro, y todo bajo las setas, por el mismo precio.
Sevilla a 28 de Octubre de 2010
Francisco Rodríguez

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