sábado, 2 de octubre de 2010

Con otras ganas

Cualquier final

El destino, que no la suerte, quiso que lo de la Encarnación tuviera este final de las setas. Nadie pudo imaginarlo. Hubiera valido cualquier final que cumpliera las expectativas y las ilusiones de los vendedores que, buscando nuevas opciones de futuro, pensaron, ignorantes, que el mejor pasaba por transformar el viejo mercado, al que, por el abandono de los placeros que, en sus cortas luces, ocupaban la cuartelada de las verduras, acabó sufriendo el hundimiento de la cubierta. Ahí debió de empezar todo.
Con anterioridad fueron los vendedores del pescado, pero estos no dudaron en reparar, no solo la cubierta a dos aguas, y lucernarios, si no que remozaron la cuartelada en su totalidad. Acaso fuera un vano intento de conservar el viejo mercado pero fueron los verduleros, en su mayoría subarrendados, con los horizontes equivocados los que ya le habían marcado una demolición, que creyeron regeneradora.
La primera tanda de vendedores que abandona la Encarnación tuvo como destino el mercado que se construyeron ex profeso en 1966, en el Tiro de Línea, ahora hace 44 años, que suma ocho.
Luego en el 1973, se conformaron cinco grupos, los que tomaron rumbo a Bellavista, a Las Palmeritas, y los que quedaron en las inmediaciones, ocupando la provisionalidad que le brindaba demoler el parador de la Encarnación.
De los que faltan, una parte quedó dejada a su suerte, y encerrados los comerciantes que se resistian a dejarlo, tras los muros del viejo mercado, hasta que meses mas tardes acabaron sucumbiendo ante el panorama que ofrecía el abandonado bastión.
El ultimo grupo tuvo que esperar a 1988, en el que se establecieron, en Pino Montano, el primer mercado definitivo que los comerciantes pudieron realizar después de 22 años de diáspora..
De los 91 que llegaron a la Encarnación provisional, solo 39 lo harán a lo de las setas. Demasiadas bajas. Los últimos 6 desalojados han recibido recientemente, a falta de llaves para ellos, la compensación municipal, el resto permanecerá en la incertidumbre de la disolución para que los derechos cooperativos les sean reintegrados, al no disponerse de espacio, cuando hubo tanto disponible. Cualquier final podía esperarse después de 37 años, pero a este, cualquier final podía haberlo mejorado. Pero para eso era necesario haber tenido otras ganas.
Sevilla a 3 de Octubre de 2010
Francisco Rodríguez

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