miércoles, 13 de octubre de 2010

El dia que aparecio el grito (2006)

El grito

Estoy por decir que aquello es otra cosa, pues no es lo mismo poner grito en el Cielo que taparlo con champiñones. Pero, ¡si solo fuera eso!.
Mirando como crecen, y crecen, los cilindros de hormigón en el solar de la Encarnación rebasando los terceros, es fácil comprobar lo poquito que se parece a las gráciles formas que se expusieron en maquetas y paneles nada menos que en MOMA de Nueva York, y que tanto éxito tuvieron los calamares a la romana, y para nada, a la que se pudo ver en el Monte, en la librería, e incluso en la carnicería de decorados damascos, hasta que el combate de gato mandara los metálicos champiñones a tomar viento fresco, aunque los obeliscos se sabe que los desplaza el calido, y por los temores auspicios se ordenó su retirada. Tarariiiiiiii..
A todo esto le está pasando como al cine, que una cosa es lo que se escribe, otra cosa es lo que se filma, y otra muy distinta lo que sale. A esto lo describieron como emblemático mercado, lo firmaron como epatante premio, y si no sale el icono, al menos será un buen agibílibus en toda inmacula regla. Si sale con barba, San Antón.
En este tiempo caliente, donde la sombra del parasol algunos la cambiaron por la del alhaurin, y el anticiclón no deja que lleguen las borrascas que inunden los pantanos, los sótanos, y la excavación quede paralizada por efecto de la mirada de Medusa, airada por sacarla en la foto sin peinar sus serpientes, seria el momento adecuado para hacer la previsión de las olvidadas células fotovoltaicas, para que en tiempo frío salga de los grifos el agua caliente que evite los sabañones de quien anda con ella, y no se haga rogar como la lluvia, con lo cual las asertivas palabras de la responsabilidad en la materia pueda añadir las que se instalen en la micologica montera para batir el record guinnes, ahora Heiniken, antes Cruzcampo, y así con su calorcito hasta puede que se le reblandezca el callo que entre anular e índice la trae tan frita de tanto firmar lo que tenga que firmarse, que ya aparecerá.
Al menos apareció el grito, pero ni el del Cielo, ni el de mi callada mariana, ha sido el de Munch, y todo por un soplo fresco dado desde la frondosa sombra del alhaurin, pero no fue de aire, lo hicieron a pleno pulmón.
Francisco Rodríguez Estevez
Sevilla a 31 de Agosto de 2006

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