miércoles, 4 de diciembre de 2013


Aquellos ojos verdes

 

Me enviaron por mail esta romántica canción acompañada con imágenes de una joven con ojos como esmeraldas.  Me dispuse a reenviarla de inmediato a algunos amigos, desconociendo cual era el final del video, aunque no podía sospecharse, en el principio, cosa que suele pasar en todo,  y resultó que la señorita acaba su trabajo mostrando al mundo toda la carne que tenia en el asador y el pescado haciéndose en el  horno, pura broma, que como sabéis es alimento.

Pues, que les digo si  uno de estos correos enviados en copia oculta, tuvo como destinatario involuntario una de las responsabilidades en lo de la plaza municipal de abastos bajo las setas, que como bien sabéis son dos, como antes fue Alameda y Encarnación.

El caso es que llevaba muchos días intentando poder contactar, tanto con uno como con otro responsable, cosa harto difícil, al objeto de saber que habían decidido para lo de la puerta, incluso que no fuera automática. pues la desértica calle es un lugar tan inhóspito y anticomercial que ya me valdría que colocaran una de las que se encuentra en los sótanos, y que deberían de formar parte del conjunto antes de que una anónima orden de modificación la dejo sin usos.

El error sirvió para poder explicar, una vez más, la importancia de instalar la puerta en ese lugar, y ya no me vale, que el capricho la lleve a otro lugar, sobre todo, si no existe un estudio previo de idoneidad para la óptima ubicación de la puerta.

Lo mismo que cuesta entender que se establezca que solo sea una puerta cuando lo que marcan los usos posiblemente serian dos, aunque en mi parecer la única con sentido es la que vengo solicitando, visto la cantidad de personas que la buscan a diario.

Los alumnos de Ciencia de la Comunicación Audiovisual están elaborando un documental al respecto, hoy ha venido el tercer grupo a filmar las deficiencias que a simple vista pueden ser observadas en este mamarracho de plaza de abastos, sujeto a todo lo dispuesto, en el momento de la adjudicación de obra, por mas que luego fuera un proyecto imposible, que transmutó totalmente por las modificaciones que le efectuaron, especialmente las relativas a la seguridad, y que entre una cosa y otra incrementaron su precio, y la demora superó los dos años, a cuanto estaba previsto en el pliego de condiciones.

Estas cosas hacen que algo tan importante, y a su vez de tan fácil realización y mínimo costo, como es instalar una puerta, no puede argumentarse que tenga que ser algo imposible, sobre todo después de saltar a la torera el propio PGOU, modificar las alineaciones, no respetar la Ley de Patrimonio Histórico de Andalucía, soslayar la Ley FERAEE, obviar la Ley de Sostenibilidad, incumplir lo dispuesto en el Reglamento de mercados en vigor, emplear dinero para otras aplicaciones en realizar el icono y su mirador de tal suerte, que nos quedó como hecho consumado, por lo que sin entrar en los muchos errores de edificación( algunos sin solución), se hace evidentemente que colocar una puerta, en la que el trabajo de los operarios consiste en cambiar una pieza de cristal fijo, por otra, con dos hojas abatible, (aunque lo ideal seria la automática para cumplir al menos con la Ley de Accesibilidad)  de ninguna de las maneras se puede aceptar que sea algo que no se pueda hacer.

De la otra responsabilidad, de la que no tengo ninguna noticia desde hace ahora un año, y que me pedía que tuviera paciencia, pues siendo hijo de la Encarnación, del que solo espero que la gobernanza le lleve a tener aciertos en su gestión, pues será esta puerta un reflejo, (como el del Sol que enverdece las carnes en la vitrina de cielos azules y casas amarillas) una prueba de su eficacia.

Santa Bárbara bendita, con su historia de rompe platos artilleros, me hace recordar que una cosa es lo que se dice y otra lo que se hace. Pasado, presente y futuro.

Debe de ser por aquello que  tuve antecesores barreneros, en las galerías del carbón, lo que hace que hoy recuerde a la patrona, aun sin truenos, a nada que escucho un petardazo, en lugar de aquellos ojos verdes, con la criaturita enseñando las puertas como Dios manda.

Pues me ocurre que cuado digo una cosa, evidentemente no se trata de hacer ruido, es que estoy seguro de que la cumplo.

Sevilla a 4 de Diciembre de 20013

Francisco Rodríguez Estévez

 

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